Las largas intervenciones de Juan Luis Callón y de Aida Filgueira y las mociones transaccionales propuestas por el gobierno ante cualquier iniciativa presentada por la oposición se han convertido ya en un clásico en los plenos de O Grove, lo que hace que la duración de las sesiones no suela bajar de las tres horas, independientemente del contenido del orden del día.
Ninguna de las primeras intervenciones de los dos ediles del grupo de gobierno logran bajar de los veinte minutos de duración, como se pudo comprobar en la sesión plenaria del miércoles, en la que ni el propio alcalde, que se entretuvo con su teléfono móvil durante un buen rato, logró estar atento a las explicaciones que daba el concejal de Hacienda ante una moción presentada por el PSOE meco.
Estos largos discursos de los ediles del gobierno se contraponen a las escasas oportunidades que tienen a veces los concejales de la oposición para explicarse, tal y como le ocurrió el miércoles a Heladio Outeiro y a Xan Lamelas en un par de ocasiones.
Después de presenciar dos largos diálogos entre José Antonio Cacabelos y Juan Luis Callón, con motivo de las dos mociones presentadas por los socialistas, el concejal del BNG pidió la palabra.
Sin embargo, sus manifestaciones no gustaron al alcalde de O Grove y cuando tan solo llevaba un minuto de intervención y aseguró que la concentración de servicios en las diputaciones suponía un mayor negocio para las empresas, Miguel Ángel Pérez comenzó a solapar las palabras del edil preguntando si había acabado y finalmente Outeiro cesó en su intento de explicarse, al ver que era imposible ante las interrupciones del presidente de la Corporación.
Pocos minutos después Xan Lamelas pidió la palabra por una cuestión de orden y cuando comenzó a mostrar su enfado por la actitud del alcalde, éste enfadado gritó: “Se acabó” y apagó el micrófono del concejal de Esquerda Unida, que continuó hablando a pesar de todo para denunciar el “despotismo” mostrado por el regidor, que permite a sus concejales hablar durante media hora y coarta la libertad de expresión de los ediles de la oposición retirándoles la palabra cuando todavía están comenzando a hablar.
A pesar de que el ambiente estaba caldeado al final del Pleno, la mayoría de los asistentes, tres horas y media después de entrar en el salón, continuaban con el abrigo puesto. Y es que la falta de calefacción se hace notar en invierno en las sesiones plenarias de O Grove.