El Concello de Vilanova confía en poder desarrollar en los próximos años una excavación que permita sacar a la luz los restos del Cálago histórico. Mientras eso no ocurra, es la investigación la que trata de sacar sus tesoros a la luz y de ello se ha encargado la historiadora Alicia Padín, que acaba de concluir una beca provincial que le permitió trabajar durante un año en la recopilación de documentos sobre el monasterio e iglesia, ambos edificios hoy desaparecidos.
Ayer presentaba sus conclusiones y lo que queda patente es que hay registros del conjunto religioso en honor a San Fructuoso desde el siglo VII de nuestra Era, antes incluso de la construcción de la Catedral compostelana. Hoy, del monasterio no queda nada y de la iglesia solo el campanario y una fotografía de sus ruinas (la que acompaña estas líneas), cuyo ábside aún estaba en pie en los años 20, en lo que actualmente es el cementerio.
“Hay textos que hacen referencia a Cálago en las crónicas árabes, que lo destruyeron, como hicieron también las incursiones vikingas”, explicaba ayer Padín sobre el conjunto. La investigadora encontró además en los archivos compostelanos una referencia a este lugar vilanovés datada en 1533, con motivo de la fundación de la capilla de la Concepción, “la única modificación de la iglesia a lo largo de la Historia”, en su parte norte.
El templo, sin embargo, acabaría cayendo en desdicha por la carencia de rentas para su mantenimiento, lo que llevó a un progresivo deterioro de la iglesia hasta en que en 1810 se decidió trasladar el culto a A Pastoriza. “Si sobreviviese, hoy sería uno de los edificios románicos más importantes, como Sobrán, siendo dos iglesias monásticas y aproximadamente del mismo tamaño”.
Pero no todo se ha perdido. Aunque con solo una capilla, la iglesia perdida sí tenía “muchos altares”, con diferentes imágenes y ornamentas. Una de ellas ha sobrevivido hasta hoy. Se trata de una talla de la Trinidad, de alabastro, datada entre los siglos XV y XVI y originaria de Nottingham (Reino Unido), de gran interés, ya que solo se conservan unas cinco de su clase en toda Galicia. Se guarda en la iglesia parroquial y el cómo ha llegado hasta nuestros días se debe a una casualidad. Pasado el tiempo, su deterioro llevó a jubilarla de la antigua iglesia, siguiendo la costumbre de enterrarla en el mismo recinto religioso. Una apertura de tumbas posterior, en lo que ahora es el cementerio, permitió el hallazgo. Su historia se analizará en Vilanova en un próximo curso de verano de la Universidad de Santiago.
Más restos de Cálago pueden verse, además, por el casco urbano. Los sillares abandonados se reutilizaron para construir el campanario de A Pastoriza. Y vanos, baldoquinos, canecillos y otras piezas fueron aprovechadas por vecinos para obras en sus casas. Hoy todavía son visibles incrustadas en fachadas particulares.