Los humanos somos ruidosos. Nos hablamos a gritos aunque estemos a centímetros de distancia, taconeamos al caminar, nos reímos en estéreo y nos despedimos a voces. Y, al parecer, después de la pandemia aún hemos subido más el volumen. Pero, a juzgar por los datos de los sonómetros, solo en el centro de la ciudad. Traducción: nuestro ocio no es nada silencioso.