En momentos de extrema dificultad, dar la cara ante el pueblo no es precisamente fácil, aunque lo sea en comparación con lo que están pasando los afectados por la DANA. Los reyes fueron ayer ejemplo de auténtica templanza, al bajarse literalmente al barro y acercarse a los afectados por la catástrofe. De primera mano comprobaron tanto la realidad que allí se vive como la crispación de un pueblo que ha visto cómo su vida se ha truncado en un abrir y cerrar de ojos.