Debut con sabor agridulce de la tenista vilagarciana Jéssica Bouzas en el Grand Slam de Wimbledon. Amargo por la derrota, 6-4 y 6-3 ante la ucraniana Kalinina, número 26 del mundo. Y agradable porque este partido, histórico para el deporte arousano, ha mostrado parte del potencial que esta joven jugadora puede desarrollar en un futuro.
Su estreno en Wimbledon se hizo esperar. Después de dos cancelaciones, la primera por la lluvia y la segunda porque no dio tiempo a completar el cuadro, Jéssica Bouzas disputaba su primer Grand Slam de pleno derecho.
Pero valió la pena. Dejó en el vestuario los nervios propios de una ocasión como esta y tuteó a su rival con golpes certeros y seguros, manteniéndose firme en el servicio y desplegando un derroche físico extraordinario.
La mala fortuna hizo que perdiera su saque y que la ucraniana lo aprovechase para imponerse en el primer set por seis juegos a cuatro.
En el segundo comenzó dominando la vilagarciana, que se mostraba segura de sí misma hasta que el esfuerzo y, sobre todo, los errores puntuales en momentos clave comenzaron a hacer mella en su juego, que ya no se mostraba tan sólido.
Tuvo la oportunidad de ponerse cero a treinta en el mejor punto del partido, donde movió a su rival de un lado a otro de la pista hasta dejarla en el suelo tras un resbalón, pero su respuesta a un tanto relativamente sencillo se fue fuera.
Quizá le dio demasiadas vueltas a ese punto porque en el siguiente juego, con cuarenta a quince a su favor, perdió una serie de tantos fáciles, dobles faltas de saque incluidas, y Kalinina tomó una ventaja que supo administrar ante una Jéssica Bouzas que trataba a la desesperada de recuperar sensaciones, pero que no daba rematado.
Con 5-3 en contra en el segundo set, perdió el servicio, con una doble falta final, y ahí dio por concluido su periplo en uno de los grandes, pero a tenor del juego que desplegó en la pista por momentos, seguro que Jéssica Bouzas podrá ser una asidua en las pistas donde juegan las mejores.