Las Festas da Guadalupe están tocando a su fin en Rianxo, pero ayer todavía quedaba mucho por vivir y gozar. Y así lo entendieron los cientos de personas que asistieron y participaron en el Feirón Mariñeiro, en el que se revivió una feria tal y como se celebraba hace 100 años, en la que había alrededor de 60 puestos de artículos artesanales de diferente naturaleza, pero también puestos de alimentación con una elaboración similar, además de barras de hostelería. Todos ellos fueron del agrado de los asistentes, muchos de los cuales acudieron ataviados con prendas superiores de color blanco y las inferiores azules, para ambientar todavía más esa feria de 1923 que, como las de ediciones anteriores, fue un rotundo éxito. De la ambientación musical en el propio recinto de la feria, que se distribuyó por el casco antiguo, se encargaron músicos de diferentes pandillas que echaron manos de sus tambores, gaitas y otros intrumentos para que la fiesta no decayera en ningún momento.
Entre los puestos de artesanía causó sensación, sobre todo entre los más pequeños el del taller de alfarería Alén das Olas, de Marín, en el que Germán Iglesias enseñó a los niños a elaborar objetos de barro. También aglutinó a un buen número de gente la actuación en sesión vermú de Cè Orquestra Pantasma en la Praza da Igrexa, mientras que en la Praza Castelao lo hizo poco después la orquesta La Favorita, que de noche se alternó con Assia en la verbena. Ya por la tarde, tuvo lugar una exhibición de baile y música tradicional en el Paseo da Ribeira a cargo del grupo Xilbarbeira, la Rianxeira Popular en la Praza da Igrexa, donde a su remate dio comienzo la esperada Noite Folc con los conciertos de los grupos Río de Anxo y Os Mersenarios, que registraron una gran afluencia de público.