Adiós al furancho tradicional: la normativa empuja su paso a la hostelería

La cuna de los furanchos tradicionales en la comarca de O Salnés ya no es tan “original” como se cree
Adiós al furancho tradicional: la normativa empuja su paso a la hostelería
Meaño es uno de los municipios que más furanchos tiene de toda la comarca de O Salnés | Gonzalo Salgado

Si abrimos Google Maps y buscamos “Furancho”, lo más probable es que la zona destacada pertenezca a la comarca de O Salnés, concretamente a Meaño. En el norte de este municipio, en la parroquia de Covas, se concentran más de una decena de estas tabernas, muchas de ellas situadas a pocos metros entre sí.


Todo un espectáculo gastronómico y de tradición que ha ganado popularidad en los últimos años, pero que también ha abierto debate por sus restrictivas licencias y sus particulares características. ¿Será este un furancho de toda la vida, o un restaurante que adopta este nombre? Esa es la cuestión que se plantea.


Pues la realidad es que en Meaño parece que ya “solo quedan restaurantes y bares que mantienen la filosofía de furanchos, pero son establecimientos hosteleros”, según lo entendido por Carlos Viéitez, alcalde de Meaño. “Yo creo que ahora furancho, lo propiamente dicho, si hay un 5%, me parece mucho”, explica el propietario del Furancho A de Marcos, y  asegura que la mayor parte de los locales con este apelativo en el municipio, como es también su caso, no cuentan con licencia de furancho tradicional sino de restaurante o tapería, pero conservan el nombre porque así los conocieron en su día. 

 

Los furanchos tradicionales ya son historia, y los que sobreviven conservan el nombre con licencias hosteleras


Por su parte, Ángel, propietario de O Furancho Ángel, asegura que se vio obligado a sacar una licencia de restaurante por las restricciones que acarrea la normativa vigente. “Pago más y tengo más requisitos, pero trabajo cuando quiero, no cuando me lo dice la Xunta”, explica y aclara que es consciente de la buena intención del gobierno autonómico, pero también de las limitaciones tanto en el tiempo como en lo culinario a la hora de innovar.


Fue en el año 2008 cuando, con la aparición de estos establecimientos particulares, se dictó el Decreto 116/2008, del 8 de mayo, con el objeto de incluir los furanchos y sus características especiales en la normativa vigente en la que no estaban contemplados, ya que inicialmente la ley sólo reconocía como establecimientos de restauración a cafeterías, bares y restaurantes.


Poco después, en diciembre, llegó la entrada en vigor de una nueva ley de turismo de Galicia para reconocer legalmente los furanchos estableciendo la necesidad de una regulación propia. En 2012 se aprobó un nuevo decreto que pretendía preservar la esencia de estos lugares como parte del patrimonio cultural gallego, diferenciándolos de los negocios de restauración y asegurando que su actividad se mantendría dentro de sus valores y tradiciones, pero aplicando sobre ellos una serie de estrictos requisitos.

 

Normativa y requisitos 


Los furanchos, tal y como señala la normativa vigente, deberán ser locales utilizados principalmente como vivienda privada, pero donde sus propietarios podrán vender el excedente del vino de cosecha propia. La cantidad máxima de vino que pueden comercializar se calcula según el tamaño del viñedo, siendo lo establecido 0,65 litros por cada metro cuadrado de terreno vitícola. Además, el vino suministrado no podrá ser embotellado, deberá proceder directamente del barril. 


En cuanto al período de apertura de los furanchos no podrá ser superior a los tres meses dentro del plazo establecido que va del 1 de diciembre al 30 de junio. Solo podrán ofrecer las tapas que indica la normativa entre las que se encuentran las tablas de embutidos, los pimientos de Padrón, oreja o chorizo, zorza o lomo, costilla, huevos fritos, sardinas o jureles a la brasa, callos con garbanzos o alubias, tortilla, empanada o empanadillas y croquetas


Los furanchos, sin lugar a dudas, han pasado a ocupar la atención de los turistas. Desde O Furancho Ángel, uno de sus propietarios asegura que han percibido un aumento generalizado del turismo en la zona de O Salnés. “Los furanchos se popularizaron por méritos propios y porque la gente empezó a conocerlos, se pasó también al boca a boca, pero en los últimos años entre 2015 y 2018 hay un aumento del turismo en esta zona y nosotros esto lo notamos también”. Desde Furancho A de Marcos explican también como “más de un 60% de los clientes son turistas de otras comunidades” que cuando vienen de vacaciones a Sanxenxo o a los concellos próximos se acercan a estos establecimientos tan populares.

 

Meaño, la cuna del furancho


No es casualidad que en este pequeño municipio se concentre tal cantidad de restauración tradicional, y es que las condiciones del lugar, la falta de industria y la necesidad de buscar en ocasiones un segundo trabajo para llegar a final de mes fue uno de los motivos que impulsó a los vecinos a dedicarse al sector vinícola. 
De esta manera vendían sus cosechas a las bodegas de la zona, un negocio que en su día tuvo mucho auge pero ahora parece que se pierde por el cambio generacional, según explican. 

 

“Mi padre decidió que iba a resucitar una idea de cuando era niño, abrir el furancho para vender nuestro propio vino y así lo hicimos siendo el primero que abrió en nuestra zona de esta nueva época claro”. Así fue como Ángel, en el año 97, colocó un tablón con un plástico, amenizó el lugar con música y con un loureiro en la puerta abrió el paso a todos los que quisieran disfrutar de esta gastronomía tradicional. 

Adiós al furancho tradicional: la normativa empuja su paso a la hostelería

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