Tras hablar con Andrea Rey, hay dos cosas seguras: es feliz dedicándose a la música sea dónde sea y su historia acaba de empezar. En su Cambados natal la conocen y saben que cuando el covid aún golpeaba fuerte, “Andreíta” se fue a Madrid para seguir estudiando porque la dirección de corales parroquiales con la que se ganaba la vida estaba en horas muy bajas al estar compuestas, fundamentalmente, por gente perteneciente a los grupos de riesgo. Pero hoy también es un rostro reconocido para los asiduos del Teatro Real, uno de los más importantes del mundo y donde es corista de refuerzo, y además, ahora mismo, está inmersa en un nuevo proyecto que la tiene en las nubes.
La cambadesa, de 26 años de edad, superó un estricto proceso de selección para formar parte del programa “Crescendo” de la Fundación Amigos del Teatro Real. La mezzosoprano se impuso a candidatos de todo el mundo y consiguió una de las 12 plazas de esta iniciativa que “es muy interesante porque busca estimular y apoyar a las nuevas promesas de la lírica para contar con su propia cantera de cantantes jóvenes”, explica ella misma.
Son dos meses de formación con artistas, directores... de primer nivel y además, les organizan audiciones con agentes y ofrecen oportunidades laborales, además de “ser un escaparate muy importante” para seguir consiguiendo actuaciones. Pero sería redondo si alcanzara una fase reservada solo para tres aspirantes: una masterclass con la soprano albanesa Ermonela Jaho, reconocida internacionalmente como una de las más grandes artistas de la ópera de nuestro tiempo. La elección se hace mediante una votación abierta hasta el jueves en esta web y Rey está abrumada con la respuesta: “En estos dos años y medio he trabajado muchísimo y ver que ahora tanta gente me apoya”.
Participa con un fragmento de la famosa aria “L’amour est un oiseau rebelle” de “Carmen”. La elección no es casual, no hay muchos papeles principales para mezzosoprano –una voz más grave que el soprano–, pero es que además le gusta especialmente y ser solista protagonista en una producción de esta ópera de Georges Bizet “sería mi sueño”, reconoce. Pero “si no llega, tampoco pasaría nada, sería feliz con tal de vivir del canto y, de hecho, ya lo soy. Estudiar la carrera de música y poder vivir de ello es difícil, conozco a mucha gente que se dedica a otras cosas. Hasta mis padres me decían, estudia algo más y les entiendo”.
Además, la joven es una enamorada del género lírico y nunca se ha planteado pasarse a otros más populares entre los jóvenes de su edad y que ella misma escucha, porque “me gusta de todo”, asegura. A él llegó por la formación clásica habitual de las instituciones académicas, pero se ha quedado por convicción y cree que la ópera sería más popular si se hiciera un poco más de pedagogía.
Ahora mismo va en cabeza en la carrera del “Crescendo”; un episodio más de una vida dedicada a la música desde muy pronta edad: “Soy de la cantera del Conservatorio de Cambados”, cuenta con orgullo. Allí empezó delante de un piano, pero “no me gustaba nada y cuando mi profesor de Lenguaje Musical me escuchó cantar, me dijo que tenía que estudiar canto”. Así, con siete años, más o menos, empezó en el Coro Municipal de Cambados, hoy desaparecido, ofreciendo incluso conciertos como solista en el auditorio de A Xuventude.
Luego pasó al Profesional de Pontevedra, donde se graduó con Premio Extraordinario, después se fue a Vigo, estudió Magisterio e incluso hizo prácticas en su cole, el San Tomé, y acabó dirigiendo las corales de Barro y de Sanxenxo y “era feliz”, cuenta. Sin embargo, la pandemia se cruzó en su vida como en la de tantos: “No sabía por dónde tirar, no había muchas oportunidades laborales y una maestra me decía que me fuera a estudiar a Madrid, pero me daba miedo, nunca había salido de Cambados y era ya un nivel tan heavy”.
Pero la cantante se arriesgó y no solo superó las duras pruebas de la repuntada institución si no también las de acceso a la Escuela Superior de Canto, que ofrece una de las formaciones más completas para cantantes líricos. Ahora está acabando esta carrera equivalente a un grado superior de música y lo compagina con un puesto en el Coro de la Comunidad de Madrid.
Han pasado dos años y medio desde que aterrizó en la capital y aún no se puede creer lo lejos que ha llegado. Aún recuerda su primer día como corista en el Teatro Real: “Estaba súper nerviosa y una compañera me preguntó si era mi primera vez en el Teatro. ¡En realidad era mi primera ópera! Nunca antes había hecho ópera y pensaba, ¡ pero si hace un mes estaba en la iglesia de Sanxenxo, qué hago aquí!”. Y encima, era en ruso.
Quien no haya escuchado todavía esta voz tan especial, tiene una oportunidad en abril porque actuará con la Orquesta Clásica de Vigo en esta ciudad y en Santiago. Las entradas ya están a la venta.