El Pleno de investidura en Vilanova dejó en evidencia, una vez más, la frialdad existente entre la oposición, principalmente el PSOE, y el gobierno popular encabezado por Gonzalo Durán que ayer volvió a ser investido alcalde en un Pleno sencillo, con vecinos que le vitoreaban en el salón de sesiones y con los acordes del himno de España al finalizar.
Los votos en urna no depararon sorpresas. Cada partido votó a su candidato, por lo que 12 fueron para el PP, tres para el PSOE, uno para Renova y otro para el BNG.
Tras recibir el bastón de mando, que Gonzalo Durán ofreció al público en representación del pueblo vilanovés, el ya regidor, después de jurar el cargo, remarcó la “trascendencia” del pleno de investidura, ya que “es la expresión máxima de la legalidad democrática”.
Tras las tensiones del anterior mandato, acentuadas durante la campaña electoral, Durán Hermida quiso dejar claro que “aquí no hay sitio para los odios personales, somos todos vecinos y al Concello se viene a trabajar”.
De este modo, se comprometió a continuar trabajando “cuatro años completos” que, apostilló, “pasan enseguida”, acallando así los rumores que circularon en su día ante una posible dimisión a mitad de mandato.
Entre aplauso y aplauso dijo que trataría de hacerlo lo mejor posible, que aceptaría sugerencias de la oposición y de los vecinos y admitió que “seguro que cometimos errores que pudieron hacer daño a algunas personas. Queremos corregirlos y pensar en el bien común”, subrayó para acabar su discurso y con María José Vales prácticamente yéndose de la sala sin saludar, y ni siquiera ver, al alcalde. l