El hallazgo de un tiburón varado en O Esteiro, cerca del puente de O Terrón, corrió ayer como la pólvora por Vilanova y toda la comarca. Principalmente porque la presencia de un escualo en aguas de baño nunca es bien recibida, pero la comunidad científica está ilusionada porque el ejemplar fue identificado como un odontaspis ferox, un tiburón solrayo, y podría ser la primera vez que se registra un avistamiento de esta especie en Galicia.
Su descubridor fue Abraham Rey, que ayer por la tarde estaba paseando por la zona cuando se fijó en que un gran pez estaba en apuros. Y es que medía unos dos metros de longitud, calcula, y estaba atrapado entre las rocas y la escasa profundidad de la zona. Este guardapesca, que estaba fuera de servicio, se puso manos a la obra para ayudarle y se hizo con un tronco de gran longitud para empujarlo. “Se veía que estaba muy cansado de intentar liberarse, pero finalmente salió y se marchó”, cuenta.
El profesional alertó a la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (CEMMA), que en seguida puso a funcionar la maquinaria para tratar de identificar al tiburón, porque para Rey era bastante distinto a las quenllas que ha visto en alguna ocasión. Y así fue. La ONG realizó gestiones y el investigador de quenllas Gonzalo Mucientes le confirmaba después de ver las fotografías que se trataba de un odontaspis ferox que, a pesar de este nombre en latín, está considerado como un escualo dócil.
Conforme fueron realizando más consultas descubrieron que el ejemplar había sido pescado por la mañana de manera accidental por un barco que estaba faenando entre Vilanova y A Illa. Pero seguía siendo extraño ver a esta especie en la ría arousana, pues según el Cemma, su presencia está asociada a fondos de menos de 300 metros, aunque llegan a los 800, pero de aguas tropicales o templadas y en este lado del Atlántico, el registró realizado más al norte fue uno en Normandía. De hecho, es más frecuente en el Mediterráneo y el noroeste africano hasta Cabo Verde, siendo especialmente visible en las Islas Canarias. De hecho, los científicos implicados por el Cemma estuvieron buscando referencias en Galicia y descubrieron que no existe ninguna, con lo cual el hallazgo adquiere una gran relevancia científica, pues sería el primer avistamiento en la comunidad autónoma y se realizaron los trámites con los especialistas para certificarlo.
El solrayo, también conocido como dientes de perro, puede llegar a alcanzar los cuatro metros de longitud en la vida adulta. De hecho, desde la coordinadora gallega se cree que el ejemplar de Vilanova de Arousa sería joven porque, según su salvador, media sobre unos dos metros. También presentan un cuerpo robusto y se alimentan de cefalópodos, crustáceos, pescados, etc.