Baión despidió este domingo la fiesta de San Simón, una edición marcada por el que es ya, quizás, el adiós definitivo a una práctica ligada durante décadas a esta cita: la colocación de puestos de ambulantes en los márgenes de la PO-531 entre Vilagarcía y Pontevedra.
La necesidad de garantizar la seguridad vial se impuso y llevó a la Policía Local a advertir de sanciones de hasta 3.000 euros a quienes se saltasen la prohibición. Los puestos fueron alejados así de la general e instalados en el acceso hacia el polígono.
Con todo, la fiesta no se detuvo: hubo verbenas, hubo música, hubo procesión y, sobre todo, mucho pulpo, una de las grandes señas de identidad de esta celebración.