se trata de que un jefe de Estado, sea monárquico o republicano, no estafe al estado que representa. El siglo XXI, no es la edad media, ya que los máximos representantes deben ser honestos dando ejemplo, cosa que el Rey emérito no dio en cuarenta años. Ya que es Rey emérito le haría un gran favor a la monarquía siendo tan discreto como el Papa emérito Benedito XVI. Si contuviera sus vicios pasaría limpiamente a la historia. Pero prefirió saltarse groseramente la Ley haciéndole un daño a la Institución y a su Hijo, como en su día se lo hizo al Padre. Lo que los partidos deben de acordar y tomar medidas para evitar que en la cadena de sucesiones no sea posible que el Rey dé mal ejemplo. Eso se evita con transparencia y los gobiernos cumplan su deber y sirvan de contrapeso de abusos de poder. El Rey Juan Carlos escapó en momentos difíciles del país sin avisar para darse el gusto de matar elefantes con su amante, la que hoy lo está poniendo en aprietos y negarse a devolverle los 65 millones. Si no rompiera la cadera no nos enteraríamos, lo que demuestra que el gobierno estaba en la inopia. Nos mintió en el discurso navideño diciendo que todos somos iguales ante la Ley. Nos mintió cuando abdico y dijo: “me equivoqué, no volverá ocurrir”. Pero siguió pasando de todo. Los buenos patriotas no se escaquean de Hacienda, ni usan paraísos fiscales, ni cargan sus orgías al Estado. Para eso se le asignan varios millones a la Casa Real. La decencia de los jerarcas del Estado es imprescindible para una sana democracia y la convivencia. Ahora el Emérito vino a montar un show en jet privado que contamina 10 veces más que un avión comercial y 50 más que el tren.
Sus acólitos, y lobby económico, y otros inocentes, quieren tapar los crónicos y caros vicios del Rey emérito con cansinos argumentos de traernos la democracia. Pero es una verdad a medias por varias razones: estábamos rodeados de democracias y le interesaba que España fuera democrática para entrar y fortalecer la UE y la OTAN. Además hubo otros valientes que vinieron desmontando parte del franquismo dando la cara y el pecho frente a los golpistas, como el Presidente Suárez y el Ministro Gutiérrez Mellado, partidos políticos, sindicatos, medios de comunicación y todos los demás.
De las andanzas del Rey también fueron culpables los presidentes de los gobiernos por dejar correr la bola del Rey, porque el Rey reina pero no gobierna. Si los gobiernos cumplieran con su deber, hoy el Rey no sería emérito, sería el Rey, y los políticos, las instituciones serían mejor valorados por la opinión pública y la democracia tendría más credibilidad y no estaríamos pasando este mal trago enzarzados en este culebrón.
Nuestras lúcidas cabezas políticas no acaban de darse cuenta de lo que significa la democracia, y usan la razón de Estado para encubrir la vergüenza que va contra la marca España. No se trata de monarquía o república, se trata de decencia y honestidad. Los medios de comunicación y tertulianos debieran de centrarse al unísono en la necesidad de que los partidos políticos impongan la decencia a los cargos públicos, empezando por los máximos responsables, (ellos). Pero los partidos no están a la altura enzarzados en la lucha por el poder en vez de implicarse por una democracia de mejor calidad con personas decentes en las instituciones dando ejemplo a futuras generaciones.