Los lunares en los niños

Los lunares en los niños
La radiación ultravioleta favorece la aparición de los lunares

Los lunares son manchas marrones o negruzcas que aparecen en la piel por un acúmulo de células llamadas melanocitos, encargadas de producir un pigmento llamado melanina, el cual otorga un color más o menos oscuro a nuestra piel. Los niños pueden tenerlos desde el nacimiento (nevus melanocíticos congénitos) o ir apareciendo a lo largo de la vida (nevus melanocíticos adquiridos). Antes de los 20 años de edad es cuando más lunares aparecen, sobre todo en la pubertad. 

 

Entre los factores de riesgo para la aparición y multiplicación de los lunares se encuentra la radiación ultravioleta: a mayor exposición solar, mayor número de nevus. Además, hay fototipos (conjunto de características que determinan si una piel se broncea o no, y cómo y en qué grado lo hace) que influyen en el número de lunares y en el riesgo aumentado de cáncer de piel. Así, las personas con piel clara, ojos azules, pelo rubio o pelirrojo, o con pecas en la piel, son muy sensibles a la luz solar y deben extremar las precauciones.  

 

Los lunares no suelen tener mayor importancia para la salud del niño o adolescente, pero a lo largo de la vida de la persona se pueden convertir en un cáncer de piel. El melanoma en niños es excepcional, constituyendo menos del 1% de todos los diagnósticos de melanoma, siendo aún más infrecuente en preadolescentes. Cuando aparece tiene un aspecto similar a un lunar, pero luego va cambiando y nos da pistas de que algo no es normal. Estos cambios o "signos de alarma" son distintos a los del adulto. Así, los signos de alarma clásicos "ABCDE" (Asimetría, Bordes irregulares, Color heterogéneo, Diámetro mayor o igual a 6 mm, Evolución cambiante) no estarían presentes hasta en un 60% de los preadolescentes, y además hasta un 76% de los melanomas no están pigmentados, sino que son lesiones rojas o rosadas. Por eso, existen los criterios "ABCDE modificados": A de amelanótico (lesión roja o rosada, no necesariamente oscura), B de "Bleeding/Bump" (en inglés sangrante/protuberancia, es decir, una lesión con sangrado y abultada), C de Color uniforme, D de De novo (sin lesión precedente) y de cualquier diámetro de tamaño, E de Evolución (lesión en crecimiento de más de un mes de evolución). En el caso de que se observen alguno de estos cambios (ya sea de los signos de alarma clásicos como de los modificados) debéis contactar con vuestro pediatra o con un dermatólogo.

 

La exposición solar es el factor de riesgo más importante asociado al cáncer de piel. No debemos prevenir únicamente la quemadura solar sino también el efecto acumulativo del sol. Teniendo en cuenta que la mayor parte de la radiación solar se recibe a lo largo de la infancia, es muy importante el uso de cremas fotoprotectoras adecuadas en los niños, aplicada en toda la piel, no solamente donde existen lunares. Por último, recalcar el hecho de que los niños pequeños usan las cremas para el sol porque sus padres y sus cuidadores se la aplican, de tal forma que cuando van siendo más mayores, esta práctica disminuye , demostrando en un estudio realizado en 2013 que solo el 10% de los adolescentes entre 14 y 17 años se aplicaba protección solar. 

 

En conclusión, aunque el riesgo de melanoma en los niños es muy bajo, debemos estar alerta y ante cualquier lesión sospechosa, debemos consultar con nuestro pediatra o con el dermatólogo. El sol puede dejar una huella imborrable en la piel de los niños, así que conviene disfrutar del verano y del sol pero con precaución. 

Los lunares en los niños

Te puede interesar