“Nunca vi tanta gente”. Era el comentario más repetido ayer en la Romaría Vikinga, donde las hordas locales recibieron con entusiasmo a los invasores para la batalla más multitudinaria que se recuerda. Ya desde primera hora, se dejaba notar que el ambiente iba a estar animado. Y es que en los accesos al recinto de As Torres do Oeste, los romeros se dirigían en procesión al escenario de la fiesta. Allí, los de Troula se encargaban de amenizar la espera y, antes de que los drakkars se convirtieran en protagonistas, los zancudos, sus acrobacias, sus bailes y sus gritos de “¡Viva Catoira!” o “Úrsula”, eran de lo más celebrado. Y todo ello amenizado por una buena mejillonada aunque, ya se sabe que las costumbres gastronómicas se van mezclando con otras, también había, sobre todo entre los más pequeños, los que preferían una buena dosis de patatas fritas. Los puestos de la feria medieval y de comida, entre los que había empanadas o rosquillas caseras, crecieron también durante esta esperada edición.
Y mientras Troula realizaba su espectáculos, un elemento también ganaba presencia como nunca en la histórica fiesta: El teléfono móvil. Fueron muchos los que quisieron inmortalizar el momento con sus cámaras y los brazos arriba con los teléfonos grabando vídeos o haciendo fotos, formaron parte de la coreografía vikinga. Aunque también fueron muchos los que desconectaron y movieron brazos y rodillas al ritmo de los zancudos. Y mientras, eran muchos los que se preguntaron qué hacían aquellas personas que miraban, inmóviles, desde las torres, sin ninguna intención de abandonar el puesto.
Lo descubrieron poco más tarde. La masiva afluencia complicaba ver el Desembarco desde un punto privilegiado e incluso a algunos les dejaba dejar paso a las tropas locales más rezagadas, que debían bajar a enfrentarse a los vikingos. Finalmente todo salió como Catoira merece y, tras la incursión de los vistosos drakkars, la niebla, que evitó el achicharramiento, despejó y el furor tomó As Torres.