Catoira volvió a convertirse en el epicentro del Samaín arousano ayer con la esperada Procesión das Caveiras, que llenó de color y ambientación terrorífica las calles de Catoira. Se trata de una de esas tradiciones recuperadas hace más de dos décadas pero que se remontan a la tradición celta del Samaín y que este año cumplió su 24 edición incorporando novedades, transcurriendo un tramo del itinerario por una senda del monte haciendo más real este desfile de “ánimas”.
Así, mayores y pequeños se echaron a la calle para unirse a este aterrador desfile, en el que los participantes llevan calabazas talladas con rostros que simulan calaveras, iluminadas con velas en su interior para evocar el espíritu de los antiguos rituales celtas. La comitiva, conformada por un buen número de vecinos (que se quedaron con ganas el año pasado, cuando la tradicional cita se tuvo que celebrar en el pabellón por la lluvia) partió a las 19 horas, ya pasado el atardecer y con el alumbrado público apagado para dar mayor ambientación a la noche más aterradora del año. Además, contó con la participación de la Escola Municipal de Teatro, que realizó intervenciones dramáticas y repartió sustos a lo largo de la ruta, y la Banda de Música, que pusieron la nota musical a la peregrinación.
Catoira se convirtió así, como cada año, en una parada obligatoria del Samaín ya no solo arousano, sino también gallego, tanto por la vistosidad de su desfile como por la historia que lleva consigo y la terrorífica ambientación en la que se envuelve la villa. Aunque las calabazas, como es habitual, se llevaron todo el protagonismo, fueron muchos los que optaron por disfrazarse para darle un punto más terrorífico a la celebración.
Para sobreponerse de tanto susto, tras la procesión los asistentes tuvieron la oportunidad de reponer fuerzas en la Alameda del Concello, donde se puso punto final al evento y se celebró un magosto popular, aprovechando el buen tiempo registrado en la jornada de ayer. Para ello no faltaron castañas gratuitas para todos los asistentes.