Llegó escoltado por el alcalde, Alberto Varela, y por la concejala de Cultura, Sonia Outón. Y en un movimiento de brazos, Carlos Puga hizo suyo un Auditorio dispuesto a rendirse a sus pies. Entre el público, representantes de la vida educativa, cultural y asociativa del municipio, donde la huella del homenajeado es mucho más que intensa. La noche solo acababa de empezar y no faltó ni siquiera la tuna, una de las primeras experiencias de Puga en el ámbito del arte sonoro. Al escenario se subió Pilar Garrido, con la difícil tarea de conducir un evento cargado de emociones y tirando del humor y de las anécdotas, sobre todo de la época estudiantil del protagonista, que sonreía en su butaca.
Por el escenario pasaron amigos como Joaquín Rodríguez, la Orquesta Pulso e Puga (rebautizada para la ocasión) y también hubo una proyección de fotografías. Entre el público, los nietos de aquella familia con la que Puga vivió en su primera experiencia de maestro.