Los trueleiros dejarán de trabajar en algunos puntos de la Ría de Arousa después de que los bateeiros detectasen en algunos polígonos debilidad en el agarre del molusco bivalvo a las cuerdas. Será una medida provisional, pero que pone en el punto de mira los motivos por los que el molusco no está teniendo el agarre que se le presupone. De hecho –y así lo apuntan algunos bateeiros– la debilidad se percibe no solo en las partes más altas de las cuerdas, sino también en lo más profundo. Algo que en el sector achacan al cambio de temperatura de las aguas (más cálidas a raíz del cambio climático), pero que chocan con la capacidad de adaptabilidad que tiene el propio mejillón.
De hecho no es la primera vez que desde el Intecmar achacan esta citada debilidad a una menor presencia de fitoplacton en la Ría. Algo que queda en evidencia al tener en cuenta que apenas se han registrado episodios de marea roja en la Ría de Arousa, asociados precisamente a un mayor aumento del fitoplacton. Los profesionales del sector saben que con más fitoplacton el mejillón engorda más y, por lo tanto, está más fuerte.
En todo caso se cesa el arte del truel para evitar desprendimientos, aunque reconocen que la actividad de embarcaciones que circulan a gran velocidad también provocan desprendimientos cuando lo hacen muy próximas a los polígonos de bateas.
Desde la Consellería do Mar señalan que la actividad trueleira en batea cuenta a día de hoy con dos planes antes de este cese provisional. Por un lado el plan experimental con truel en batea y que estaría vigente a lo largo de todo 2024 (salvo estas paradas excepcionales) y por otro el plan experimental con nasa de nécora y camarón que estuvo vigente hasta el 30 de abril de este año y que fueron negociados con las cofradías. La búsqueda del equilibrio entre las dos actividades es esencial para la supervivencia de ambos sectores.