Un grupo de jóvenes influencers residentes en Madrid revolucionan desde hace unas semanas, cada domingo, la Plaza de Jacinto Benavente. Sus armas: Fogones y cucharones. Apenas un puñado de amigos, todos con un buen número de seguidores en redes sociales, colaboran en una iniciativa que lideró desde el inicio uno de ellos, el chef Carlos Soler. La idea era sencilla: Ayudar y dar una comida caliente a quien no puede permitírsela. La repercusión que lograron por Internet aumenta la asistencia social cada semana y solo este domingo atendieron a casi doscientas personas. Además, el pequeño grupo de amigos ha logrado una legión de colaboradores, voluntarios y donantes, gracias al poder de Internet.
En ese núcleo de la iniciativa se encuentra también un saliniense. Se trata de Fernando Fraga, un joven de Portonovo, de 21 años, conocido en la ciudad del Lérez por jugar al fútbol en el Pontevedra B pero que, desde hace algo más de un año, trata de forjar una carrera de modelo y actor en la capital. Él mismo explicaba ayer a través del teléfono lo “sorprendido” que está de la repercusión conseguida gracias a las redes. “Soy modelo y actor, pero, la verdad, no le estaba dando tanta caña a las redes sociales como debería”, comentaba divertido. Por eso, está impresionado por lo ocurrido. “Al darle visibilidad a esta labor en redes y ver cómo se llega a la gente, cómo se recauda esa cantidad de dinero increíble, cada uno con su granito de arena”, “al principio me chocaba”.
“Estamos construyendo algo muy guay. No solo ayuda económica o con comida”. “Me estoy dando cuenta con esto que, si por lo que sea te quedas sin un techo, sin hogar, en la calle, y tienes algún problema, la sociedad te aparta, te da de lado. Y un simple gesto, un trato, un ‘buenos días’, o un ‘que tengas un buen día’, una sonrisa sin rastro de asco, es más que suficiente a veces para alegrarle el día a alguien que lo necesita”.
Por esta lección y satisfacción pasó primero el joven impulsor, Carlos Soler. “Es un chico que siempre ha ayudado mucho en este tipo de causas, va a comedores sociales habitualmente a ayudar”. “Con el tema del temporal Filomena, bajó al metro a ayudar a personas sin techo que se resguardaban allí. Fue donde conoció a Berta, una mujer sin hogar que es como la portavoz de un grupo que se llama ‘Peña de Villa-Cartón’, que lo llevó hasta allí”. El grupo, en efecto, pernocta sobre cartones, en las inmediaciones de grandes centros comerciales, casi como en una ciudad paralela. Fue como darse de bruces con otra parte de la realidad. “Ese día, empezó todo”.
“Esto es los domingos, porque el domingo es el día que no abren los comedores sociales en Madrid. Además está todo cerrado y no tienen posibilidad de hacerse con una comida caliente”, contaba ayer el joven sanxenxino. Así que primero Carlos Soler y, poco a poco cada semana con la ayuda de más amigos, entre ellos Fernando —desde la segunda semana al pie del cañón—, se reparten el trabajo: El chef, al fogón, para preparar “arroz con garbanzos o verduras”, y unos cuatro voluntarios encargados de preparar cada uno 25 bocadillos. Con aportaciones propias y con las que logran gracias al eco en redes sociales, compran lo necesario para completar un menú que incluye el plato cocinado, el bocadillo, algo de postre como una magdalena y un zumo. Además, “mientras Carlos cocina, unos amigos y yo, los que podamos, vamos por las casas y recogemos lo que otra gente se ofrece a hacer: Bocadillos, donación de ropa...” Incluso esta semana bajaron “a Villa-Cartón, a montar todos los cartones con ellos”. También han podido costear un tratamiento para atender a un hombre sin recursos, que tenía un pie gravemente afectado por el frío. “Gracias a estas medicinas, lo está recuperando. Sin ello sería imposible”, declaraba.
“El primer domingo dieron de comer a unas cien personas. Este domingo dimos a cerca de doscientas. Es una barbaridad”, explica el arousano, que ya piensa en poner en marcha algo similar en Galicia si regresa a su tierra en esta Semana Santa.