cien años después del armisticio de la Primera Guerra Mundial, las asociaciones animalistas batallan por que el Ayuntamiento de París reconozca con un monumento la labor de millones de animales que, según el Ejército de la época, lucharon como “compañeros de armas” junto a los soldados.
Mientras Londres, Ottawa o Bruselas ya han rendido honores a estos animales, París se resiste a hacerles hueco, lamenta la presidenta del colectivo Paris Animaux Zoopolis, Amandine Sanvisens, que esta semana celebró un triunfo y afrontó una derrota.
A petición de un concejal ecologista, Florentin Letissier, el ayuntamiento del distrito XIV de la capital (sur) ha aprobado la colocación de una placa en el bulevar Jourdan, donde hace cien años se situaba el cuartel militar en el que entrenaban a los caballos antes de enviarlos al frente. Este “paso histórico” se vio contrastado por el rechazo en paralelo del distrito XIII (sur) a poner cualquier tipo de recuerdo a los animales.
“No puedo poner en el mismo plano a animales y humanos”, argumentó en el diario “Le Parisien” el socialista Jérôme Coumet, alcalde de este último distrito.
“Ha habido que esperar cien años para que haya una placa por once millones de animales”, lamenta a Efe Sanvisens, confiada aún en que la presión al Ayuntamiento central de París permita que se apruebe en junio o julio la construcción de un memorial único en la capital.
Las investigaciones de su colectivo sobre los vínculos de estos animales con París mostraron no solo las tareas que realizaron, también el reconocimiento que obtuvieron en su momento, por mucho que el debate pueda resultar caricaturesco ahora.
“La paloma ‘Le Vaillant’ fue condecorada por el Ejército por llevar un mensaje decisivo en la Batalla de Verdún. Los asnos eran los que portaban los víveres a las trincheras ya que gracias a su pequeño tamaño podían llevar la comida a primera línea del frente”, enumera Sanvisens.