La libertad se bebió a pequeños sorbos y con reservas en las calles de los municipios arousanos. En Vilagarcía, no fueron muchos los locales que se atrevieron a abrir sus exteriores en el primer día de desescalada, pero los que lo hicieron no pararon en todo el día. “Pensé que iba a haber mucha menos gente”, apunta Elena Niki, gerente del Tablizo. Secunda, con idénticas palabras, Puri Outeda, que regenta la Cafetería Nata, situada en Castelao. Fue precisamente esta céntrica calle la que más se llenó de mesas y sillas en la jornada de ayer. Frente al vacío reinante en A Baldosa, donde solo abrió el Insuiña, en el vial próximo a Vista Alegre casi hubo pleno. “Creo que nos benefició que hubiera pocos bares abiertos”, aseguraba Outeda a primera hora de la tarde y ya con mucha actividad, tras una mañana frenética. Niki abrió el Tablizo justo para servir el menú del día, y a las cinco y media de la tarde todavía había gente dándole la última vuelta al café. “Vienen sobre todo en pareja. Los que llegan solos, llevan mascarilla”, asegura la hostelera. Las medidas de protección son otro de los cambios, junto al aforo reducido, que se puede ver en los locales.
“A primera hora estuvimos preparando las mesas, con la distancia de seguridad”, explica Niki. Además, que cada vez que se levanta un nuevo cliente limpia las mesas y sillas, mantiene los vasos en el congelador y reserva un cubo con lejía al lado de la barra. Las medidas de desinfección también se extreman en el Nata. Los dispensadores de gel forman ya parte del paisaje de los bares, al igual que las mascarillas y pantallas protectoras que llevan el personal y buena parte de los clientes. Por lo demás, las sensaciones son buenas en aquellos establecimientos que decidieron abrir el primer día de la Fase uno, pero con precaución y reserva. “Hay que ver día a día”, asegura Outeda que, eso sí, vio a los clientes con muchas ganas de bar. “La gente está más amable”, asegura la hostelera. Los hábitos no han cambiado demasiado, pese a los buenos propósitos del confinamiento. “La gente llegó pidiendo churros”, apuntan desde el Nata. “Había muchas ganas de cerveza”, señala Elena Niki, del Tablizo.
En el extremo contrario, Borja Pérez, del Hotel Vilagarcía, de los pocos de este sector que decidió abrir sus puertas, pensando sobre todo en trabajadores que se tienen que desplazar al municipio desde otros puntos para obras u otros servicios. “Por ahora está bastante flojito”, lamenta el gerente. Fueron dos las reservas que gestionó durante el primer día de desescalada. Mientras espera una mejoría, el hotel se encuentra totalmente preparado. “Tenemos una máquina de ozono pero compramos otra más grande que nos llegará en los próximos días”, apunta. La apertura de puertas es automática, con tarjeta, por lo que no hace falta tocar pomos y la plantilla se encuentra totalmente equipada para protegerse contra contagios de coronavirus,
En Cambados, sobre media docena de hosteleros repartidos entre Rúa Real y la Praza de Rodas se animaron a instalar ayer sus terrazas que rápidamente fueron ocupadas por vecinos como los hermanos Goyo y Alejandro Casado, que compartieron mesa con sus parejas. “Había ganas de salir a tomar algo y además hay que mover la economía local, por el bien de todos, aunque siempre tomando toda las medidas de precaución”, señalaron los miembros de esta familia. Eligieron El Expréss que abrió sus puertas en diciembre y justo cuando empezaba a arrancar, les pilló la pandemia. “Abrimos porque hay que empezar a activarse un poco, la gente tenía ganas de salir, aunque bueno, fue un poco a la aventura porque había miedo de que la gente no respondiera”, explica Javier Oubiña, uno de sus camareros. Y a la pregunta de si no habría sido mejor espera a la segunda fase, donde se permitirá abrir una parte de las zonas interiores, ya que hacerlo a medio gas conlleva prácticamente el mismo gasto, el restaurador contestó: “El tiempo dirá si compensa o no”. La Policía Local estuvo recorriendo esta zona controlando que se aplicaban las medidas exigidas por decreto. También lo hizo el concejal de Promoción Económica, Fernando Patricio, haciendo entrega de los mismos y explicando también las medidas exigidas a la hora de servir, el ofrecimiento de gel hidroalcohólico y mascarillas, que es necesario limpiar los baños seis veces al día o que en las mesas se deben evitar elementos como servilleteros o palilleros, entre otras.
Incertidumbre en O Grove
En los municipios turísticos por excelencia la situación es desigual. La hostelería sanxenxina que optó por abrir sus terrazas son aquellos que estuvieron abiertos durante todo el Estado de Alarma, al coincidir con despachos de pan. Un ejemplo es la Panadería Paco, donde su propietar4io explica que “se vacía una mesa se vuelve a llenar, apenas quedan vacías unos minutos”. En O Grove, sin embargo, con buena parte de los locales en zona portuaria, hay mucha incertidumbre. Aunque Portos de Galicia aplazó el pago de tasas hasta el final del estado de alarma, asociaciones como Emgrobes y O Can de San Roque piden más flexibilidad, más espacio y exoneración. Mientras, muchos hosteleros se piensan si abrir. l