el problema de ir de sobrado es que llega la realidad y te golpea en la cara con toda su fuerza. Eso es lo que le ha sucedido al Deportivo. Un equipo que, supuestamente, estaba diseñado para poder jugar hasta en Primera y que pasea sus vergüenzas por la Segunda B, recibiendo lecciones de equipos que tienen hasta diez veces menos presupuesto. El ascenso prometido es, ahora mismo, una quimera y la afición mira con miedo a la clasificación, sabedora de que, si no cambian mucho las cosas, el equipo tendrá que luchar por la permanencia. Eso sí, todavía hay quien se cree que los partidos se ganan por la camiseta.