Puede que en un primer momento alguno, ni siquiera todos, de los que se echó a la calle para protestar por el encarcelamiento de Pablo Hasel –del que jamás había oído hablar hasta que se supo de su condena– lo hiciese convencido de que estaba defendiendo la libertad de expresión, pero a partir del segundo día la cosa ya no tenía que ver con ningún derecho sino con la vileza que llevan algunos dentro y necesitan sacar a base de quemar contenedores. Claro que igual el rapero se lo toma como un homenaje e interpreta que lo de saquear tiendas y destrozar oficinas bancarias está inspirado en sus letras. Por aquello de rebelarse contra el poder y demás palabrería de revolucionarios de mentira. Pero no tiene pinta. Lo más probable es que la mayoría de los violentos no sepa ni cómo se llama el infeliz y que lo de intentar quemar un furgón con un policía dentro haya sido por pura maldad.