Tiene que ser terrible que nadie te crea. Y si así resulta para el ciudadano de a pie, en mayor medida lo será para cualquier alto dirigente político y –nada digamos– para el propio presidente del Gobierno de la nación, como es el caso de Pedro Sánchez. Nadie ajeno a su círculo político le cree. Pero él tiene piel de elefante y tal general y negativa impresión parece no apurarle en absoluto.
Terrible, en efecto, tiene que ser que una parte nada desdeñable de españoles empiece a creer que habrá referéndum de autodeterminación en Cataluña porque simple y llanamente el presidente del Gobierno ha dicho que lo habrá de ninguna de las maneras. Y que cuando dice que algo no va a pasar nunca es señal de que ese algo ya se va acercando.
Así fue. En su primera subida a la tribuna en el pleno del Congreso del miércoles para informar sobre “la situación política y económica” y justificar a su modo y manera en sede parlamentaria –por fin- los indultos, aseguró solemne que “no habrá” referéndum de autodeterminación; una vieja reclamación, como se sabe, del independentismo y de algún otro grupo político como nuestro BNG. A punto y seguido y en su condición de secretario general del partido, adelantó que “nunca jamás” el PSOE aceptará ese tipo de derivas. Y se lo confirmó minutos después a Inés Arrimadas.
Salvo su círculo político, nadie le creyó. Porque ya se sabe que este hombre desconoce el valor de la palabra dada. No iba a haber indultos y de momento ha concedido nueve. Tampoco iba a pactar con los separatistas catalanes y son ahora su sostén parlamentario. Ni con los herederos no arrepentidos de ETA. Y el desaparecido Pablo Iglesias le iba a quitar el sueño y ahí le ha tenido año y medio como nada menos que socio de Gobierno.
Hasta su socio Rufián le recordó el miércoles alguno de estos episodios, convencido de que antes o después habrá tal referéndum. “Así, que denos tiempo”, concluyó el portavoz parlamentario de Esquerra en un discurso demagógico y faltón en extremo.
Oficialmente no se llamará así, pero consulta habrá. Al menos ya en esa línea se han pronunciado la propia vicepresidente Carmen Calvo y el ministro de Política Territorial y hombre fuerte del PSC, Miquel Iceta. Una y otro han empezado ya a preparar el terreno de cara a un referéndum para dotar a aquella comunidad con más autogobierno, mejor financiación e interlocución directa con el Estado. Es decir, para dotarle de una situación de privilegio por encima del resto de comunidades autónomas y al nivel del País Vasco.
Desde Moncloa se alega que sería un referéndum consultivo. El independentismo, sin embargo, hará que funcione como vinculante. Y si para entonces pervive, Sánchez callará. Porque a estas alturas tiene muy claro que el presidente les consiente todo.