Reparación y justicia. Esas fueron las dos palabras más repetidas entre aquellos que observaban de cerca el inicio de los trabajos de excavación en la fosa común del cementerio de Rubiáns para la exhumación e identificación de las 18 personas que se cree que están allí enterradas. El equipo multidisciplinar de la Universidad de Santiago dirigido por el catedrático de Historia Contemporánea, Lourenzo Fernández Prieto, empezó los trabajos a las ocho y media de la mañana con el termómetro marcando temperaturas mínimas, pero con un calor humano ávido de rescatar la memoria. Se buscará en una superficie de 100 metros cuadrados ubicada en la parte trasera del camposanto. Es ahí donde, según las investigaciones realizadas por Histagra y un amplísimo trabajo de documentación tanto en archivos como con fuentes orales, se cree que están los cuerpos de 18 asesinados durante la Guerra Civil. De ellos, según señaló el antropólogo forense Fernando Serrulla, se espera poder identificar a 10, que es de los que se han obtenido muestras de familiares para poder hacerlo posible. El catedrático en Historia Contemporánea, Lourenzo Fernández, explicó que “esta é a primera excavación dun proxecto de catro anos e cun equipo que actuará noutras partes de Galicia”.
En la fosa vilagarciana hace 80 años que se depositaron los restos de aquellos que no podían pagar las 25 pesetas para tener el derecho a permanecer en una fosa identificada durante cinco años. Así lo explica Margarita Teijeiro, de O Faiado da Memoria, una de las asociaciones que ha colaborado mano a mano con el grupo de investigación en el proceso de documentación de la fosa. “Oitenta anos son moitos anos e os asasinos ocultaron o seu rastro. Pese a que contamos cun intenso traballo documental que apunta a que poderían estar nesta zona, tampouco é seguro”, explica Lourenzo Fernández. Y es que el propio equipo advierte que solo un 40 % de los restos que se buscan se encuentran en este tipo de fosas. Además, en el terreno que se explora en Rubiáns influyen muchos factores que podrían dificultar el hallazgo de los cuerpos. El director del equipo de Tempos Arqueólogos S.L., Francisco Alonso Toucido, indica que “ás veces os datos que temos do que se recabou no proceso de documentación son moi claros e outros máis febles. Aquí temos o problema de que é unha zona na que xa se actuou por outros motivos e que ten unhas condicións de humidade a de composición do chan que axudan a que non estean moi conservados”.
Maquinaria pesada y arqueólogos de forma manual cavan a una profundidad de entre 80 centímetros y un metro y también sacan muestras de los sustratos para investigar sus características.
Fernández Prieto indicó que el protocolo que se sigue en la investigación fue diseñado en Galicia en el año 2008 en base a modelos internacionales y que sigue los procesos de recuperación de la ONU. Si los arqueólogos encuentran restos ahí entra la parte del forense, Fernando Serrulla, que también apela a la prudencia. “Estamos aquí para recuperar la dignidad de unas personas que fueron asesinadas y porque sus familias las están buscando”, apuntó. Él se encargará de la recogida de lo que se encuentre para que pueda ser analizado a posteriori por el investigador y genetista Ángel Carracedo. Es, como no podía ser de otra forma, un trabajo a varias bandas en busca de un único objetivo: Recuperar la dignidad de la víctimas.
La actuación de Histagra no está exenta de emotividad, sobre todo para los familiares de los que fueron asesinados y depositados en la fosa común y para las asociaciones de memoria histórica que llevan años reclamando “xustiza”. Margarita Teijeiro usó esta palabra en varias ocasiones mientras contemplaba los trabajos de los arqueólogos. “Síntome tremendamente triste de pensar que o ser humano fose quen de facer isto”. Reconoce que “temos esperanza de que se atopen os corpos, pero tamén dúbidas”. Indicó además que “isto é vida e xustiza. Estámolos buscando e iso é o máis importante”.
Afiliados a la CNT, simpatizantes de la República y, ante todo, ciudadanos de Vilagarcía son los que sufrieron la represión que acabó en muerte, pero no olvido, en Rubiáns. Margarita Teijeiro les pone nombre, apellidos e historia. Josefa Barreiro, los defensores de la República Pilar Fernández Seijo, Antonio Sayanes González, Manuel Limeres Ordóñez quemados en una casa de Loenzo o el conocido sindicalista anarquista Rodrigo Berruete Alejandre, alias “el Gitano”. A ellos y a otros se les busca con esperanza en un trabajo minucioso y muy profesional.