La genialidad de Emilia Pardo Bazán, su vida y su obra sirven de inspiración a generaciones de escritores. Como los que participaron en el concurso de microrrelatos organizado por Diario de Arousa en colaboración con la Xunta dentro del programa para conmemorar la figura de la literata cuando se cumplen cien años de su fallecimiento.
Alumnos de 4º de la ESO asistieron a la serie de charlas desarrolladas en diciembre en varios centros educativos arousanos y mostraron sus conocimientos sobre Emilia Pardo Bazán en forma de microrrelatos en los que demostraron su originalidad y calidad literarias. Los textos ganadores del concurso reflejan la implicación activa de Pardo Bazán en la sociedad de la época, tal y como se puede ver en los relatos de Enol Ruiz Hernández, Mercedes Suárez González y Antía Padín.
Emilia no aguantaba más; llevaba toda la vida debajo de aquella nube, esperando a que su padre la aceptase tal y como era para que saliese el Sol. Al día siguiente, Emilia cruzó la puerta dejando una nota: “Lo siento papá, sin este deporte no sería yo y te demostraré que el género no influye en chutar un balón”. Y en ese instante, comprendió que para dar pasos hacia delante siempre hay que dejar algo atrás, y que ni el miedo ni nadie se interpondrían en el camino de aquella joven que estuviese dispuesta a darlo todo.
El hombre cree que tiene derecho a todo; juzgar, matar, dar órdenes... Son tan obstinados que hasta intentan redirigir el caudal de un río, colocando rocas en su camino. El río, que se abrió paso con su potente caudal a lo largo de los siglos, cuenta con una persistencia imperecedera. Siendo más obstinado que el hombre, acaba atravesando las rocas. No se puede obligar al río a tomar un camino concreto. Es tan inútil como intentar frenar a Emilia Pardo Bazán. Ambos, trabajando duramente, consiguieron lo que desde un principio se propusieron. Intentar cambiarlos, en ambos casos, dieron resultados catastróficos.
Si alguna persona le hubiese dado una oportunidad en su momento, todo habría sido diferente. Emilia sintió una gran impotencia a darse cuenta de que sus alumnos no asistían a clase porque ella era mujer, pero no se iba a quedar con los brazos cruzados y hacer como si nada sucediese. Decidió escribir sobre las injusticias sufridas, “quizás así alguien se dé cuenta”, pensó Emilia. Y así fue, consiguió que mucha gente luchase contra las situaciones por las que muchas mujeres tenían que pasar, pero ya era demasiado tarde para que Emilia viese lo que se ha ido logrando.