El veinte aniversario de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid trae consigo la prescripción de los delitos de terrorismo investigados en la causa, y con ello irán decayendo las órdenes de busca y captura que quedan en vigor y las que pudieran haberse derivado de la identificación de los perfiles genéticos de otros presuntos implicados a los que no se ha logrado poner nombre.
Cuando se produjeron los atentados, el Código Penal establecía que los delitos de terrorismo que no fueran considerados de lesa humanidad prescribían a los 20 años, situación que cambió con una reforma de 2010 que declaró imprescriptibles este tipo de acciones con resultado de muerte.
Una modificación que no puede ser aplicada de forma retroactiva dada la "naturaleza material" del instituto jurídico de la prescripción, según han explicado a EFE expertos en esta materia, que se han remitido a la jurisprudencia del Tribunal Constitucional al respecto.
En una de sus sentencias, consultada por EFE, este órgano sostiene que la prescripción extingue la responsabilidad penal -no la acción penal- en atención a la función preventiva de la pena y el derecho del inculpado a que no se dilate indebidamente la situación que supone la virtual amenaza de una sanción penal.
Ello implica que, al prescribir el delito de terrorismo en el sumario del 11-M, el 20/2004, dejarán de tener efecto las órdenes de busca y captura que a lo largo de la instrucción se decretaron contra los presuntos implicados que se dieron a la fuga tras los atentados.
De los huidos que quedan por localizar, dos de ellos, Mohamed Afalah y Daoud Ouhanne, se cree que podrían haber fallecido en sendos atentados suicidas en Irak, con lo que solo quedaría uno vivo: Said Berraj, alías Said El Mensajero, del que se sospecha que tuvo un papel destacado en el 11-M.
En la orden de busca y captura que dictó contra él el instructor del sumario, Juan del Olmo, el 30 de marzo de 2004, el magistrado exponía las relaciones de Berraj con el supuesto coordinador de los atentados, Serhane Ben Abdelmajid, "El Tunecino", fallecido en Leganés, y con Basel Ghayoun (absuelto por el Supremo por falta de prueba "suficiente" de la condena a 12 años de cárcel que le impuso la Audiencia Nacional, si bien se decretó su expulsión a Siria por encontrarse en situación irregular en España).
La orden de detención de Berraj añadía que el 9 de marzo abandonó su domicilio y trabajo en Madrid, y que el 12 de marzo -fecha en la que la Policía ya dispone de datos sobre él- "comunica que se marcha a Marruecos al entierro de su hermana", aunque "gestiones policiales posteriores" confirmaron que no tenía hermana.
La prescripción al cumplirse los 20 años de los atentados también deja sin despejar la incógnita sobre la identidad de ocho perfiles genéticos detectados en muestras de ADN extraídas de los distintos escenarios relacionados con los atentados y, con ello, la orden de detención que podía haber llevado aparejada.
Según el auto de procesamiento, que recoge una serie de informes policiales referidos a los análisis de ADN, en los distintos escenarios de los atentados se lograron extraer ocho "perfiles genéticos anónimos" que, en algunos casos, incluso se repiten.
Uno de estos perfiles, el P 12, "solo aparece en Leganés" y "se encuentra en efectos muy variados, algunos de ellos de uso exclusivo personal", lo que llevó a concluir que tenía "una relación estrecha y de confianza con los moradores del 'piso franco' o de seguridad, hasta el extremo de deducir su relación o inclusión en la célula".
Otro, el P 39, "anónimo de varón", aparece en tres lugares relevantes: la finca de Chinchón en la que fueron preparados los artefactos colocados en los trenes; el piso de Leganés en el que se suicidaron siete de los responsables del 11M; y el coche Skoda Fabia que fue encontrado en Alcalá de Henares el 13 de junio de 2004, todos ellos municipios madrileños.
Los informes policiales destacaban también el perfil P 11, perteneciente a un varón y que apareció "en un lugar y en un efecto especialmente trascendente para la investigación (protector de la bolsa desactivada procedente de la Estación de El Pozo)".
No obstante, respecto a este perfil se planteaba la posibilidad de que correspondiera a un contacto accidental "de alguna persona ajena a los presuntos implicados, desde el momento de su recuperación hasta la recogida de muestras".
La existencia de estos perfiles anónimos llevó a deducir que el número de implicados directos en estos hechos tampoco se ha podido determinar aún con exactitud.
Los investigadores consideraron por ello que hasta que no fueran identificados dichos perfiles "aparecen determinadas variables no susceptibles de ser aclaradas".