La Policía Local de Ribeira sigue realizando controles preventivos de alcoholemia y de presencia de drogas en el cuerpo durante la conducción, con la pretensión de garantizar la seguridad en las vías urbanas de la capital barbanzana. Después de que en la madrugada de este pasado sábado, 22 de junio, se hubiera denunciado por vía penal a un conductor que arrojó una tasa de 0,81 miligramos de alcohol por litro de aire espirado y que fuera citado para un juicio rápido sin detenido (JRSD) por la presunta comisión de un delito contra la seguridad viaria y que fue señalado para mañana, en la madrugada de ayer, domingo 23 de junio, los agentes municipales ribeirenses montaron un control en la Avenida de Ferrol, en las inmediaciones de la curva de la capilla de Os Remedios, que se mantuvo entre la 1.00 y las 3.00 horas, periodo en el que fueron controlados una veintena de vehículos, y el conductor de uno de ellos arrojó tasas positivas de 0,44 y 0,46 miligramos de alcohol por litro de aire espirado, por lo que se procedió a denunciarlo por vía administrativa, lo que acarrea una multa de 500 euros y la retirada de 4 puntos en el carnet de conducir.

El hecho de que durante el par de horas que se mantuvo activo dicho control preventivo de alcohol y drogas únicamente fueran interceptados 20 vehículos, hace sospechar a la Policía Local que muchos pilotos decidieron no pasar por ese punto y dar vuelta o desviarse por otras vías para eludir dicha vigilancia, bien porque se percataron con suficiente antelación del mismo o bien que fueron alertados por otros conductores con los que se cruzaron o que lo difuindieron esa circunstancia a través de grupos de aplicaciones de mensajería rápida. Varios pilotos advierten que en las últimas semanas están detectando conducciones erráticas o temerarias que pudieran estar influenciadas por consumos de alcohol o drogas o ambas de manera conjunta. Alguno de ellos incluso indicó que el jueves de la semana pasada se encontró con un piloto que se cayó de su ciclomotor en la Rúa Norte de Palmeira tras perder el control en una curva, y que tras acudir a auxiliarlo detectó un fuerte olor a bebidas alcohólicas y dificultad al hablar como evidencias de que iba ebrio, pero finalmente continuó circulando, renunciando a ser atendido por los servicios sanitarios y de emergencia y sin que nadie pudiera impedírselo, pese al riesgo que podría suponer para el resto de usuarios de la vía.