Cabe recordar que la Policía Local de Ribeira lo había detenido en la tarde dle pasado domingo tra atribuirle un delito de violencia de género en un tercer piso de un céntrico edificio de la ciudad. Fue un vecino del mismo inmueble el que en torno a las cuatro y cuarto de esta tarde contactó con el 112 Galicia para comunicar que se estaba produciendo una pelea entre un matrimonio y que escuchaba como una persona pedía auxilio. El alertante, que especificó que la pareja se estaba agrediendo y que él medió para separarlos, indicó que la mujer le había arrojado un plato de comida a la cara de su esposo y que este último le había pegado a ella con una muleta, la agarró por los pelos, la zarandeó y la tiró al suelo, en donde supuestamente la siguió golpeando con la muleta. 

 

Los gestores del 112 dieron traslado de ese aviso a la Policía Local, que se personó en el lugar del suceso con dos patrullas que, al llegar al rellano del tercer piso del edificio, encontraron que había ropa y calzado tirados por el suelo y que, tras llamar al timbre de la vivienda en la que presuntamente se había registrado la discusión y la pelea, les abrieron la víctima de la presunta agresión y su hija, que invitaron a entrar a los agentes municipales. La mujer, de 49 años, les manifestó que había discutido con su marido por motivos económicos y que le agredió, añadiendo que era la última vez que lo hacía y que no se lo iba a consentir más, e incluso les indicó que su marido la había degradado con insultos que no se atrevió a reproducir en alto por vergüenza. Su hija confirmó la agresión, pues dijo que la había presenciado cómo su padre sujetó del pelo a su madre, la tiró al suelo y la arrastró varios metros, precisando que la discusión había empezado en el interior de la vivienda y que había continuado en las zonas comunes, en donde intervino el vecino alertante.

 

Cuando los policías estaban hablando con la supuesta víctima de la agresión, en el lugar se personó un hijo varón de la pareja, que estaba muy alterado y pronunció expresiones fuera de tono, indicándoles a los agentes municipales que se marchasen pues estaban en una propiedad privada y que le dejasen hablar con su madre. Los policías locales le respondieron que estaban entrevistando a su madre después de que ella les invitase a entrar al piso. El supuesto agresor se había marchado de la vivienda tras ser separado por el referido vecino, pero desconocía en donde podría encontrarse, y fue entonces cuando uno de sus hijos llamó a su progenitor y le pidió que regresase al domicilio familiar, precisándole que estaba allí la Policía Local y quería hablar con él. 

 

Trascurridos unos minutos, ese varón volvió al piso y fue entonces cuando los agentes municipales procedieron a su detención y le leyeron sus derechos, para seguidamente ser trasladado por una de las patrullas policiales a la comisaría. Además, su mujer expresó su intención de denunciar lo ocurrido, aunque rechazó recibir asistencia médica, por lo que la otra patrulla de agentes municipales la llevó junto a sus hijas a esas mismas dependencias, donde le indicaron que lo mejor sería que fuera mañana para que la atendiera el personal especializado de la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM), y luego presentar la pertinente denuncia contra el agresor.