El músico Daniel Figueira Bello cumple este mes un lustro como director de la Escola de Música y el Conservatorio Elemental de Cambados, pero lo suyo es una vida de vocación docente y por el llamado “arte de las musas”. No es de extrañar que se haya ganado el cariño de los alumnos y las familias que lo conocen desde hace años. De hecho, este humilde aniversario no ha pasado desapercibido para muchos y tampoco para sus compañeros; alguno le ha llamado el maestro “vikingo”, con motivo de su nacimiento en Catoira, pero la verdad es que Figueira asegura sentirse un cambadés más.
Aterrizó en la capital del albariño hace 16 años para formar parte de la plantilla de profesores y también fue jefe de estudios. Llevando la batuta de ambos centros van cinco años en los que han avanzado con los tiempos y en los que se nota su continúa formación, pues además de tener la especialidad instrumental de trompa y ser profesor en Linguaxe Musical, Educación Auditiva e Vocal y de la banda infantil y juvenil, tiene una maestría en Inteligencias Múltiples y actualmente está terminando el grado de maestro de Educación Primaria.
Pero el director siempre insiste en que no está solo. Capitanea un claustro de 16 docentes especialistas que en los años de la pandemia vivieron de los peores momentos que recuerdan. Entre todos consiguieron que la formación del alumnado continuara después el confinamiento, aprovechando las nuevas tecnologías y otros recursos a su alcance, aunque no sin esfuerzo. Dice Figueira que su hoja de ruta “é sinxela: Traballar arreo para ofertar para todos os rapaces de Cambados unha completa ensinanza musical nun centro educativo familiar, dinámico e de calidade, no que todos nos sintamos cómodos e disfrutemos da música”.
Desde luego él lo hace, pues no es director de oficina: también dirige la Escola de Música de Vilaboa, y su innovadora banda, es profesor desde hace 10 en Meaño y nunca ha dejado de componer. De su autoría son, desde numerosos conciertos y cuentos didácticos, composiciones temáticas, métodos de solfeo y multitud de estudios musicales sencillos para la banda cambadesa infantil y juvenil –donde los alumnos más pequeños de viento y percusión disfrutan de la música en comunidad–, hasta lo más insospechado, como la adaptación de poemas de Xosé María Álvarez Cáccamo a los ritmos del rap, que llevaron a un grupo de estudiantes a ganar un premio en un concurso a nivel autonómico.
Así las cosas, resulta muy creíble cuando sentencia que no cambiaría su trabajo “por ningún outro” y si tiene que elegir, de lo que más orgulloso se siente es de que “o paso do alumnado polo centro sexa de gran aproveitamento para a súa formación académica e como crecemento persoal”. Y por supuesto, no se olvida de la Banda de Música de Castrelo, nunca.
Su admiración por la legendaria agrupación es palpable, así que cuando un alumno termina el grado elemental y se integra en ella, no cabe en sí de orgullo. No menos cuando los estudiantes alcanzan sus metas y acceden a estudios superiores (en el último lustro, más de 25 entraron en Vilagarcía y Pontevedra). De hecho, uno de sus sueños es que Cambados cuente algún día con un Conservatorio Profesional. Pero el maestro ya se conforma con que el amor por la música perviva para siempre en quien alguna vez fue alumno en los centros cambadeses.