Las cofradías de pescadores son instituciones centenarias de prestigio nacidas para unir a un sector y conseguir un apoyo mutuo ante las penurias de un oficio tan peligroso como necesario. De hecho, los pósitos tienen su origen en la terrible galerna que en 1912 acabó con la vida de 150 marineros vascos, poniendo de manifiesto la necesidad de un sistema de protección que amparase a los supervivientes y a las familias de los fallecidos. Pero con los años fueron progresando en otros aspectos de protección social y económica, incluyendo la apertura de escuelas privadas dirigidas únicamente a los hijos de asociados y en las que además de conocimientos generales se daba orientación elemental de pesca y navegación con el propósito de instruir en el oficio a las nuevas generaciones y de generar futuros dirigentes de estas sociedades.
La Cofradía de Pescadores San Antonio de Cambados no fue menos. Es la más antigua de España con fecha de fundación en 1917 y también contó con su Escola do Pósito, inaugurada hace justamente cien años. La actual directiva dirigida por Alejandro Pérez quiso rescatar del pasado una memoria aún viva para muchos alumnos e incluso profesores, como el último de sus maestros, conocidos como instructores, y que también fue el patrón mayor en aquella época, Ramón Paz Cousido.
Fue durante una charla impartida también por Antonio Magariños Compaired y Carmen Casal Fornos, que completaron su relato con las averiguaciones y material rescatado en los últimos tiempos para confeccionar un libro que se editará en colaboración con el Concello.
Todo ello a través de fuentes orales como estas y otras escritas tales como la revista “España Marítima y pesquera”, fundada en 1926 por el oficial de la Armada Alfredo Saralegui Casellas, un gran impulsor del mutualismo de los trabajadores del mar y de estos pósitos, así como de la Caja Nacional de Crédito Marítimo que subvencionaba estas escuelas con hasta 3.000 pesetas. La cambadesa abría sus puertas un 15 de septiembre de 1924 con medio centenar de niños y con un Antonio Magariños Granda de poco más de 20 años como su primer profesor –el hijo de los renovadores de la educación Antonio Magariños y Filomena Granda–.
Los apellidos no son casualidad y es su hijo y nieto quien cuenta hoy como la prensa de la época se hizo eco del acto inaugural por todo lo alto y como estas instituciones académicas nacieron con una “vocación de innovar muy grande, de ser mejor que el resto de escuelas”, y sobre todo de combatir las elevadas tasas de analfabetismo. De hecho, de paso, los “instructores” prestaban apoyo administrativo a los pósitos e incluso instruían a los más mayores en conocimientos generales.
Prueba de los aires de modernidad que se respiraban en el centro cambadés es que contaba con pupitres bipersonales en tiempos de bancos corridos sin respaldo lumbar y favorecedores del parloteo durante las lecciones. O que tenía una radio, porque quién podía tener una en 1924, el mismo año en que nacía la radiodifusión en España. De hecho, cuenta Magariños Compaired que encontraron una factura de 18 pesetas para que Ernesto Silva arreglara el aparato y que los niños de la escuela del Convento se desplazaron a este centro a escuchar un importante anuncio institucional en 1934.
Y no es todo, explica el investigador que la de Cambados “era una de las más destacadas” de la Península y que tenía un Pósito infantil: “Era como el de los mayores, hasta había elecciones y se pagaba una cuota bajo ese espíritu de “enseñar haciendo”, para inculcar al alumnado el modo de gestión cooperativista”. También se creaban museos y aunque en la capital del albariño “no quedaron vestigios, debió de existir”, añade Magariños Compaired. El investigador también ha descubierto ejemplares de los manuales de enseñanza o una carta de 1927 en la que el empresario Armando Mouriño aceptaba la propuesta del maestro de regalarle unas entradas de cine que, seguramente, usaba para premiar a sus pupilos.
A pesar de toda las vicisitudes políticas, la Guerra Civil, etc. La Escola do Pósito logró funcionar hasta 1972, cuando Ramón Paz y sus alumnos se integraron, ya de manera definitiva, en el grupo escolar de Cambados que hoy es el colegio Magariños.