La muerte de Lino Silva deja un vacío en Cambados y huérfano al mundo del arte

El poco convencional creador, pero de indudable calidad, falleció a los 74 años dejando una extensa y reconocida obra
La muerte de Lino Silva deja un vacío en Cambados y huérfano al mundo del arte
El artista Lino Silva en una imagen de archivo | D.A.

Cambados perdía el sábado a Marcelino Ramón Silva Núñez con 74 años de edad y el mundo del arte perdía a Lino Silva. “Inclasificable”, “hombre del Renacimiento”... Diferentes apelativos atribuídos al cambadés, pero sobre todo destacó el de artista con mayúsculas. Tras de sí deja un importante legado y fueron muchas las muestras de cariño y pésame emitidas desde diferentes ámbitos del universo creador, pero también de sus vecinos. Desde el Clube Mariño Salnés le tenían consideración de Socio de Honra y una de sus últimas colaboraciones fue la cesión de uno de sus dibujos para estampar en sus camisetas y altruistamente, porque Lino Silva, la persona, era así. Por ejemplo, la presidenta de la Fundación GaliciAME, Merchi Álvarez, expresaba su pesar por la pérdida de quien “tantas veces nos tendeu a man e só quería verme ben”.

 

Últimas exposiciones

Hacía tiempo que no exponía.Una de las últimas veces fue en una muestra colectiva realizada en la taberna A de Lupe junto a otros referentes. En solitario fue en 2021, en Espazo Torrado, y era un compendio de paisajes abstractos y curiosas máscaras pintadas sobre “cachos” de centollo. Porque Silva no solo le daba al pincel y su propia esquela así lo recogía, recordando además su faceta de “poeta y escultor”. Para el gestor cultural José Vaamonde era un “hombre del Renacimiento, un maestro para todo, con pocos límites. Tenía un libro autoeditado sobre arte griego, también sobre insectos...”. 


Hace años que el también técnico municipal formó parte de los comienzos de un proyecto–diversas circunstancias lo dejaron en el tintero– para ordenar una biografía del artista e intentar catalogar la extensa obra que tiene repartida por toda Galicia porque Silva era respetado más allá de las fronteras locales, donde, por otra parte, era especialmente querido. De hecho, ostentaba el Premio Ramón Cabanillas y sus diseños ilustraron carteles del Entroido y de la Festa do Albariño.


Con todo, pasó su vida alejado de los círculos académicos y de los grandes marchantes y galeristas –exceptuando a su amigo Luis Silvoso–. En una entrevista dijo: “Yo no sirvo para vender, no entiendo de marketing”. Hay quien decía que faltaba constancia en su estilo, una definición quizás, pero es que al cambadés le podía el pulso del arte en todas sus vertientes; en todo su esplendor y quizás por eso era tan especial y algunos lo declarasen como “inclasificable”. “Siempre le interesó más mantenerse en su zona de confort, en su Cambados, en su calle Isabel II, en su rutina de furanchos y bares... Sin rendir cuentas a nadie”, añade Vaamonde. 


El niñó que copiaba a Vélazquez o a El Greco; el amante del arte que fue un gran admirador del trabajo de su primo el imaginero cambadés, José Vaamonde, el hombre que fue una inspiración para una generación de jóvenes artistas, pasó, como todos y sobre todo como los más grandes, por diferentes etapas y estilos, pero siempre con indudable calidad.

 
Se formó en la Escuela de Artes y Oficios de Santiago –donde aprendió a dominar la pintura– y luego obtuvo una beca para la Escuela de Bellas Artes San Fernando de Madrid, pero un enfado con un profesor por el color lo llevó a abandonar y regresar después a su villa. En 2013 sufría un accidente doméstico que resultó en la amputación de una pierna, pero nunca dejó de crear, ni en la cama del hospital, ni después. 

 

La muerte de Lino Silva deja un vacío en Cambados y huérfano al mundo del arte

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