Es una de las procesiones más multitudinarias de O Barbanza. Y de las más vistosas de toda Arousa. El Nazareno de A Pobra volvió hoy a las calles, en una siempre concurrida procesión “das mortallas” que, en esta ocasión, contó con cuatro ataúdes ofrecidos como ofrenda al santo.
Los mantos y vestimentas moradas y las cajas fúnebres dejan estampas que impresionan a los visitantes, pero que en la localidad se viven como una tradición que perdura porque se alimenta prácticamente desde la cuna, generación tras generación. Niños de corta edad acompañan el paso y colaboran con sus familiares durante la comitiva, en la que los ofrecidos agradecen al Nazareno que siguen vivos.
Es una marcha que, desde fuera, puede parecer fúnebre, a tenor de los ataúdes. Pero no lo es. Es una marcha de vida. De aquellos familiares que celebran, y agradecen, esa segunda oportunidad por quienes rogaron para superar un trance de cara o cruz. Es también petición, en otros casos, porque el trance todavía será o está siendo. Pero es, siempre, una marcha de fe, absoluta, sostenida, heredada y transmitida, sobre la imagen que tiñe de esperanza púrpura las calles de A Pobra cada septiembre.