Flores para recordar los cien bolsillos que se rascaron por Don Ramón

Flores para recordar los cien bolsillos que se rascaron por Don Ramón
Los concejales Tino Cordal, Xurxo Charlín y Fátima Abal con el hijo del secretario de la comisión en la ofrenda | m. ferreirós

El Concello de Cambados rindió ayer tributo al “poeta da raza”. Cualquier excusa es buena para llevarle flores a Ramón Cabanillas y hay ocasiones más o menos especiales, pero esta tenía un significado diferente por cuanto se trató de la conmemoración del 62 aniversario del primer homenaje póstumo que sus convecinos y toda Galicia le rindieron en su villa natal, y en el que se inauguró el monumento de A Calzada. La cita estaba prevista para hace dos años, con la cifra redonda, pero la pandemia lo impidió.


Fue el 3 de julio de 1960 y estaba planeado para fechas anteriores, pero se pospuso porque la enfermedad ya carcomía al literato y luego llegó el fatal desenlace, en noviembre de 1959. Los medios de la época hicieron un exhaustivo seguimiento de los preparativos y del acto en sí; digno de su figura y obra, y de su persona, pues su calidad humana era algo destacado por quienes le conocieron. Hasta las crónicas lo ponían de manifiesto: “Lo que más nos ha encantado de los actos y de hoy ha sido la afectuosidad que predominó en ellos y en los hombres que fueron sus protagonistas. Al fin y al cabo, mandaba el ejemplo de Don Ramón, que dio siempre una prueba elevada de lo humano y lo cordial”.


El descubrimiento de la obra fue el culmen de una completa jornada. La obra fue ejecutada por Antonio Pérez (conocido como Antonio de Segundo y hermano del malogrado artista Narciso Pérez) y diseñada por otro insigne cambadés, el escultor Francisco Asorey. El peñasco que lo corona se extrajo del Monte da Pastora y en él pasarán a la eternidad los versos de “A ti meu Cambados” de su “Vento Mareiro”. La “roca salitrosa” que lo sostiene se obtuvo de Tragove y todos los detalles los dio a conocer el propio Pérez, que también elogió a su maestro en los medios, diciendo que era “el brujo de la piedra y la madera” y que “nadie como Don Francisco sabe cuidar la policromía de la madera”, dando cuenta además de que “aceptó muy complacido” el encargo.


En muchos artículos se incluía la relación de particulares e instituciones de los cuatro costados de Galicia, e incluso de la diáspora, que realizaban donativos para costear la escultura. Se rascaron decenas, sino cientos, de bolsillos y en cifras más o menos esplendorosas, como las 1.000 pesetas del Concello de Meaño, e incluso anónimas, como el de “un enamorado de Galicia”. El día empezó con actos religiosos y la presentación de respetos ante su tumba en el cementerio de Fefiñáns (fue trasladado al Panteón de Galegos Ilustres en 1967), e incluyó una sesión extraordinaria de la RAG. Asistieron personalidades de la talla de Figueira Valverde, Otero Pedrayo, Paz Andrade y un largo etcétera que incluía políticos, vecinos, familiares... Y entre ellos, Antonio Magariños Granda, que era el secretario de la comisión organizadora. Ayer su hijo acompañó a las actuales autoridades cambadesas.

Flores para recordar los cien bolsillos que se rascaron por Don Ramón

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