Hubo un tiempo en que el concurso de comparsas de Cambados lucía con gran esplendor y así lo recuerdan muchos vecinos. El certamen se acabó perdiendo y regresó hace ocho años irrumpiendo poco después en escena un grupo de veinte vecinos que se emplea desde entonces en poner la nota irónica y descarada que todo buen Entroido merece. Son Los lunes al col.
El nombre no era el inicial. Lo adoptaron porque al principio quedaban todos los lunes en una bodega ubicada junto al IES Asorey y para llegar tenían que afrontar la cuesta de O Breixo. En su ensoñación, era como ascender uno de los puertos más míticos del Tour de Francia, el Col du Tourmalet, y justo “coronaban” en la antigua tienda de A Pajarita. La coincidencia y la famosa película de Aranoa hicieron el resto.
Cuentan que es el motivo real, pero con el paso de los años ha sufrido una deturpación como guiño al alcohol, producto del desconocimiento general de su broma interna, pero no les importa, lo compran, incluso ahora que la recién fundada comparsa de mujeres se ha bautizado como Os martes paracetamol en una especie de réplica; una cura para los excesos de sus lunes. Aunque para los veteranos, lo ideal para recuperar fuerzas sería el tan demandado festivo local porque no se limitan al concurso municipal del martes y se pasan estos días recorriendo bares y calles para dar vidilla. Además no solo juegan en casa y volverán a participar en los de A Illa y Vilaxoán.
Los cambadeses serán los primeros en disfrutar de sus letrillas, guardadas bajo secreto durante meses, como el personaje al que darán vida este año. Mariscadoras, velliñas, trabajadoras de la conserva... Han sido de todo y de todo han hablado en estos años. Algún disgusto les ha costado, como aquel tema “Ruta do colesterol” que no gustó a la mismísima exalcaldesa, pero “non nos preocupa, cando falamos de veciños, de xente que non é pública, nin políticos, é como homenaxe, non é para criticar e cremos que á maioría gústalle. Hai xente que critica sen razón”, sentencian. De hecho, recuerdan que las bases son muy concretas en eso de ser respetuosos.
Con todo, reconocen que algo de “autocensura” hay y tienen “unha cara B” que seguro provocaría espasmos, pero es parte de la otra misión de este grupo: pasarlo bien. Porque disfrutones son un rato. Sus quedadas están aderezadas con cenas y a veces hasta dejan cocinar a uno de sus miembros con estrella michelin, nada menos, (Yayo Daporta). Entre fideuás, paellas, ourellas y cuncas de tinto (el albariño lo dejan para agosto) van surgiendo las composiciones. Invocar al dios Baco es importante y, de hecho, la veda solo se abre cuando ya hay “viño novo na bodega”, hasta el punto de que la última producción fue tardía y retrasó el inicio de sus reuniones.
Algunos traen cosas de casa y les van dando forma en grupo a golpe de guitarra y turuta, aunque han rebautizado el instrumento como “turulleta” procedente directamente de “zurullo” porque lo consideran “un instrumento moxónforme”, bromean. Os turulletas fue su primera opción de nombre y no han querido renunciar a él, así que lo utilizan con guion, como una especie de apellido de esos de rancio abolengo.
Fue elegido en las primeras reuniones fundacionales convocadas por varios miembros que durante una cena de Entroido del Xuven comprendieron que era tiempo de abandonar la queja y la añoranza de los tiempos en que algunos de ellos, como niños, habían participado en aquellos concursos de comparsas. De pasar a la acción y recuperar el espíritu de las desaparecidas Unha Grande Chea y Las madres de Alfredo Brañas, sin desmerecer a la asociación Volandeira, que algún año también se ha animado.
Eran miembros de diferentes pandillas , pero con gustos afines por vivir el verdadero espíritu del Entroido y aunque “ás primeiras veces non lle viamos moito futuro, a cousa empezou a ter boa pinta e ata hoxe”. Muchas bromas, pero también seriedad para animar un Entroido que ven en baja forma: “Non se vive como antes, non hai moita xente que vaia disfrazada nos certames e o desfile de carrozas parece unha procesión relixiosa, que gustan moito neste pobo –ríen–. A xente só queda nos lados a mirar como pasan e non se involucra nada”, lamentan.
Reconocen que les ha llegado a desanimar, pero poco les dura porque “o pasamos tan ben nos ensaios... En realidade vimos pola festa”. Caminar en solitario y llegar a ser los únicos participantes en el concurso tampoco les parecía lo más saludable para su misión. De hecho, no es que sean exquisitos, pero la formación solo acepta nuevas incorporaciones en casos muy concretos por eso del “cuantos más, mejor”: “Se xa falamos dun grupo de persoas, o que lle dicimos é que monten eles unha”.
Así las cosas, dan la bienvenida a las nuevas comparseiras, que conocen bien, pero también advierten que vienen a ganar y ya llevan días con “piques” en las redes sociales.