Miles de animales han pasado por el Refugio de Cambados en sus 25 años de existencia y cada uno ha recibido un nombre propio y sin repetición. Parece algo menor, pero da cuenta del valor que da la existencia de cada individuo. También parece una tarea complicada a la vista del número, pero es la más sencilla de las muchas en su haber y entre las que se hallan casos de abandono verdaderamente dramáticos. Pero han encontrado un hogar para la gran mayoría y con eso se quedan ahora que celebran su aniversario. Habrá actos durante todo el año, pero arrancan este domingo, el día exacto de su fundación, con un paseo solidario al que están invitadas familias con peludos adoptados y todo el que se quiera unir e incluso sacar a alguno de los que aún están bajo su tutela. En estos casos es necesario avisar para organizarse y para el resto bastará con presentarse a las 16 horas en O Pombal.
Su orgullosa presidenta, Olga Costa, mira atrás y reconoce que el panorama “ha cambiado mucho, mucho, y todo el mérito es de los voluntarios, el Concello –de todos los colores políticos y eso hace grande a Cambados–, los colegios, profesores, periodistas... Ha sido un gran trabajo en equipo de concienciación social”. Hasta le paran por la calle, dice, para indicarle que se ven menos perros y gatos vagando, pero “aún queda, seguimos luchando, tenemos que seguir remando para que se cumpla la ley de protección animal de Galicia porque los maltratadores quedan impunes y las protectoras estamos cansadas de dar la cara, de poner denuncias que acaban en saco roto –el pasado sábado fue la más reciente–, que se archivan porque prescribe el acto delictivo. No puede recaer todo en nosotras y los vecinos, la administración es responsable. No solo se puede asustar a la gente hay que hacerle cumplir las condenas y además, los maltratadores son reincidentes, pero no hay mano dura”, lamenta la cambadesa.
En los últimos tiempos tienen especial preocupación por los felinos: “Tenemos que dejar de verlos como parte del paisaje en el rural, verlos como los seres vivos que son”, comenta Costa poniendo como ejemplo un caso que viven estos días y que siempre es en el mismo lugar, en un contenedor de A Modia donde, desde hace una década, aparecen recién nacidos “cada dos meses. No puede ser tan difícil encontrar al autor, siempre es ahí”, se queja. Pero además, considera que se debe ser más exigente con las administraciones locales, que son las responsables, sin embargo, “los alertantes nos dicen que los concellos les replican que solo recogen perros vivos y gatos muertos. ¿Perdona?”, exclama.
En Cambados han conseguido un avance, un equipo de control y gestión de las colonias callejeras del que se sienten “superorgullosos” porque está formado por “el futuro”, por niños de entre 8 y 12 años que además difunden el mensaje de respeto a la vida animal y la imperante necesidad de esterilizar, hasta “hemos recibido el agradecimiento de algún padre porque gracias a esto su hijo pasaba menos tiempo delante de las pantallas”. Porque el “Refugio es mucho más que atender perros”, añade la presidenta, quien destaca los años de trabajo de los perros de terapia con presos de A Lama, con mujeres víctimas de violencia de género y 15 años de presencia en los colegios, donde el cambio ha sido radical: “Antes era como un tema tabú, no era bienvenida y ahora te llaman ellos”, explica triunfal.
Cuando nació el Refugio no había tanta conciencia y la propia Costa sufrió en sus carnes la incomprensión e incluso la violencia –llegaron a quemarle el coche–, pero para ella “lo más amargo” de esta trayectoria ha sido “no haber llegado a tiempo en casos donde la vida del animal estaba en riesgo”.
También “me arrepiento”, reconoce, cuando al principio llenaban con cien perros unas instalaciones preparadas para 40; una sobrepoblación movida por el ansia de salvación que al final provocaba muertes por peleas y enfermedades. Por eso cambiaron el modelo, siguiendo la estela de Alemania donde tienen como una especie de sucursal mediante la cual se envían animales. El éxito ha sido optar por casas de acogida tuteladas y ahora “hay calidad de vida, bienestar para ellos”. Pero tampoco es fácil porque requiere de una marea de amantes de los animales, a los que están muy agradecidos, sobre todo en el caso de los gatos, pues aquí es fundamental ya que las instalaciones de Corvillón no están adaptadas para felinos, que, cuando son crías, requieren de biberón cada dos o tres horas.
Sus cifras hablan de su éxito: 300 gatos adoptados al año y miles de perros en estas 25 primaveras y como de momento el abandono y maltrato cero es una utopía, la presidenta se queda con esto. “Me ha pasado de ir por la calle y alguno dado en adopción hace años ha acercado su trufita y aún me reconoce por el olor. Esa gratitud por haberle salvado la vida....”, relata emocionada. Porque encontrarles una familia aunque sea al final de sus días es su máxima. “Incluso mi padre me ha llegado a preguntar si merece la pena gastar tanto dinero cuando enviamos a un animal desahuciado a Alemania, pero yo le respondo si a él no le gustaría morir dignamente, saber lo que es una familia, el calor de un hogar... Y lo comprende”.
Y cuando hablamos de mascotas en la protectora no solo son las más comunes. Caballos, faisanes, conejillos de Indias e incluso una iguana han pasado por sus manos en estos años. Incluso ha habido estrellas de la televisión, como Tinta, que perdió la movilidad de las patas traseras por un atropello y que ha podido tener una vida gracias a un carrito y a una familia encontrada por el Refugio. “El año pasado hablamos con la familia y se encontraba con sus achaques, pero bien”, cuenta Costa sobre la situación de quien un día salió en el programa El Hormiguero.
El Refugio siempre hace un seguimiento de las acogidas y es muy cuidadoso con los emparejamientos porque puede haber un “match”, pero no coincidir las personalidades. Pero también hay casos como el de una perrita con problemas de agresividad que vive desde hace siete años en Refoxos. Su caso es difícil y su situación no es la deseada para la asociación, pero desde luego ya sabe lo que es tener un hogar.