La vegetación está volviendo a tomar algunas partes de las ruinas de Santa Mariña, pero el Concello de Cambados está especialmente preocupado por la cubierta del ábside, donde crece un pequeño bosque de laureles de dimensiones considerables. Respecto a sus famosos arcos, de momento no ven motivos de tanta alarma porque se trata de hierbas de enraizamiento superficial, aunque con necesidad de no perderlos de vista porque al final también pueden provocar daños.
El concejal de Patrimonio, Liso González, explica que está preparando una reunión con la Dirección Xeral de Patrimonio de la Xunta para abordar diferentes asuntos y le planteará la necesidad de actuar, teniendo en cuenta que se trata de un BIC que, aunque es propiedad de la Iglesia, tiene cabida en los proyectos de la comisión mixta que conforman ambas instituciones para mantener el amplio patrimonio cultural y religioso. No obstante, el Ayuntamiento “está disposto a colaborar na medida das súas posibilidades porque non deixa de ser un elemento singular de Cambados e penso que podemos chegar a puntos de acordo”, añadió.
Hace unos meses que realizó una inspección del cementerio con el técnico municipal Javier Montero y la situación va empeorando. El experto señala que el estado general del monumento no es alarmante: “Non é algo grave porque falamos máis ben de liques, musgos e pequenas plantas que aínda que enraícen, non chegan máis aló. É, por dicilo dalgún modo, un risco asumible, o que non quita que sexa preciso controlar e vixiar como pasa o inverno e se non resultan demasiado problemático”, explicó.
Montero indica que este tipo de plantas “son perigosas, enraízan moito” y cree preciso tomar “medidas urxentes”
Otra cosa es la masa vegetal con una media docena de laureles que está creciendo sin control sobre los muros de la capilla, con un ejemplar que supera bien el metro de altura. En su opinión, esto ya requiere “de medidas urxentes porque estamos a falar de plantas que enraízan moito e acaban exercendo presión sobre a pedra e facendo danos que se deben evitar. Van buscando as xuntas das pedras e son moi perigosas por iso, porque acaban desprazando as fábricas de sillería”. Pero además indica que el nacimiento de cualquier planta está advirtiendo de que fallan las uniones y así como la vegetación encuentra espacio, también lo hace el agua, sumando al
deterioro.
El también historiador del arte desconoce la magnitud de la situación y por eso considera preciso realizar un estudio “serio”. También porque será necesario determinar el alcance que puedan tener los trabajos. El técnico explica que, en estos casos , “non só se trata de quitar un arboliño e xa está, o proceso de consolidación dun monumento é máis complexo porque debe incluír medidas correctoras e preventivas, para que estes problemas non se repitan no futuro e aquí xa estamos a falar de actuacións máis caras”.
Hace justamente una década que los restos de esta iglesia de estilo gótico y del siglo XV fue sometida a la última intervención. En aquella ocasión hubo una “liorta competencial” que el concejal quiere evitar a toda costa, convencido de la posibilidad de un acuerdo, como también sucedió en aquel momento.
La Consellería de Cultura se encargó del proyecto, que no fue integral. Se actuó en zonas localizadas, sobre todo en los emblemáticos arcos, donde había más problemas con la vegetación, y consistió en acciones como las señaladas por Montero, como el cambio de morteros y la aplicación de tratamientos biocidas para poner fin a la colonización vegetal presente y limitarla de cara al futuro. Seguramente, por este motivo las arcadas estén hoy mejor.