El concurso abierto para encontrar un nuevo dueño a la fallida planta de rodaballo de Tragove no dio el resultado esperado, pero Portos de Galicia no se da por vencido; quiere poner fin a la situación de abandono de las instalaciones y ha dado el paso que le permite ahora la legislación, es decir, está realizando contactos con posibles interesados en reactivarla.
Más concretamente, se realizaría una tramitación directa de la concesión administrativa. El proceso anterior no seguía este camino porque, según sus responsables, es ahora cuando lo permite la Lei de Portos, una vez que el concurso quedó desierto. El interesado tendría que solicitarla directamente y desde el ente público se “lle iría solicitando a documentación requerida en cada fase de tramitación”.
El departamento autonómico ejerce un papel activo en esta situación e informa de que está realizando contactos con posibles interesados para que se animen, porque su objetivo “segue a ser reactivar a actividade nesta nave”.
A pesar de que lleva una década sin actividad y siendo pasto del abandono, la planta genera interés. El propio ente lo reconocía en el pliego de condiciones publicado en noviembre para ese concurso de proyectos y posteriormente se demostró: la empresa de engorde de lenguado de Castrelo, Aquacría Arousa hizo una propuesta, aunque también fue la única. Sin embargo, no recibió luz verde.
Proponía la construcción de dos nuevas naves, pero los técnicos señalaron que estaban proyectadas de tal manera que “non cumpren” la normativa urbanística portuaria, además señalaron otras cuestiones que le impidieron alcanzar la puntuación mínima y el proceso se declaró desierto. Aquacría, perteneciente a la compañía líder en producción de lenguado Sea Eight, pretendía producir 900 toneladas al año.
Las instalaciones seguirán entonces a la espera de una empresa dispuesta a realizar una importante inversión, pues Portos reconoce que “non se atopan en bo estado”. De hecho, ofrecía aumentar el plazo de la concesión en función de la cantidad prevista y podría llegar hasta los 50 años.
El complejo abrió sus puertas en 2008 como parte de un proyecto de la empresa Projoscar tras una inversión millonaria y la previsión de producir unas 430 toneladas de rodaballo al año. Sin embargo, y por causas que ni la empresa ni la administración quisieron explicar en detalle en su momento, la Xunta le retiró en 2015 el permiso de granja marina que necesitaba para trabajar y todo acabó desembocando en un expediente de caducidad de la concesión, que concluyó en 2022 con la reversión del espacio.
Este incluye la zona de piscinas con siete tanques de 180 metros de longitud y que actualmente carece del cubrimiento y las máquinas necesarias para su funcionamiento. En cuanto al edificio anexo, es de 1.300 metros cuadrados y tiene una zona de oficinas, una sala de pescado, cámara de frío y de hielo, así como una de clasificación de rodaballo, un almacén y un laboratorio. La parcela tiene una superficie total de 19.000 metros cuadrados y está justo al inicio del puerto de Tragove por la carretera del Saco de Fefiñáns.