La cultura del trabajo con el barro data de las primeras poblaciones organizadas nacidas en el entorno de la desembocadura del Umia y el material acabó convirtiendo a Vilalonga en una potencia industrial, que hoy en día pervive únicamente con la empresa Nueva Cerámica Campo, que ha sabido adaptarse a los tiempos y es un referente con la exportación de sus productos a diferentes países del mundo. En definitiva, siglos de historia aún latente y que la productora Memoria Documental de Galicia está recopilando para elaborar un documenta sobre la tradición “telleira” y cerámica de esta parroquia de Sanxenxo.
Precisamente en las instalaciones de Campo se grabaron ayer algunos de los testimonios que nutrirán este trabajo dirigido por Xan Leira y que incluirá un acontecimiento devastador para Vilalonga, y bastante desconocido, según Carlos García Padín, portavoz de Codesevi, que aglutina a asociaciones y colectivos de la parroquia. Se trata del naufragio de uno de esos barcos que se usaba para ir a buscar el barro, ocurrido el 26 de febrero de 1940 en la ensenada de Dena. “Aunque nuestro propósito es el desarrollo económico y social de Vilalonga, también queremos que se recupere nuestra historia, que la gente sepa lo que pasó porque cuando sucedió no salió mucho en los diarios. Había terminado la Guerra y la dictadura no quería que pareciera que había hambre”, cuenta. Y es que un grupo de unas 50 personas tomaron aquel domingo el galeón de la familia conocida como “Os do asento” para pasar el día y recoger algo de marisco, pero no por necesidad extrema: “Por suerte, aquí la gente tenía el campo y no había tanta hambre”, añade García Padín.
El caso es que cuando llegaban a su destino, Arnosa, en Punta Congro les pilló una galerna que entró por A Lanzada y el barco se hundió. “Murieron entre 24 y 27 personas. Muchos quedaron atrapados bajo la vela, e incluso aparecieron cadáveres días después en A Illa de Arousa”, relata. La mayor parte de los tripulantes eran mujeres y niños, de los que no sobrevivió ninguno, pero, según García Padín, tocó a muchos hogares. De hecho, ayer prestaron testimonio descendientes de aquella catástrofe que también dejó huérfanos.
Codesevi lleva dos años recopilando toda la información posible y, por lo ya dicho, no ha sido fácil, pero empeño le ha puesto, buscando incluso las partidas de defunción de esos fallecidos que, en las visitas al cementerio son nombrados por los vecinos como “os afogados de Arnosa”. Pero este trabajo no podía volver a caer en la desmemoria, así que consiguieron atraer la atención de la productora pontevedresa, que realizará además un trabajo mucho más amplio. De hecho, su proyecto incluye testimonios de extrabajadores de las telleiras y de las empresas de cerámica, vecinos, investigadores e incluso ambientalistas, pues el trabajo del barro también trasformó el paisaje de esta zona, ubicada en pleno complejo intermareal Umia-O Grove, que cuenta con las más elevadas protecciones medioambientales. Y quieren saberlo todo, desde la época más remota de esta producción olera hasta la actualidad, pasando por la industrialización, la incorporación del trabajo femenino a la actividad hasta personalidades como Justo Guisasola –dueño de la primera fábrica, montada en 1910–, Epifanio Campo Núñez y Epifanio Campo Fernández, los recuerdos de los vecinos sobre la actividad y el patrimonio industrial y paisajístico.
Para ello tmbién están los vestigios de las tres telleiras en la ensenada de Dena, la decena de hornos y sobre todo, la gran chimenea de “La Arosana”, que aún se erige como un vigía en esta parte de la ría, aunque ya no pasen aquellos vapores procedentes del Mediterráneo y que, aprovechando el viaje para traer sal a Vilagarcía, se llevaban de vuelta ese barro tan especial.