Vilanova celebró ayer una de sus fiestas religiosas más populares, las que se realizan en honor a San Mauro. En esta ocasión fue más especial, si cabe, pues han sido las primeras libres de cualquier restricción a causa de la pandemia. Así que a los acostumbrados actos religiosos, con las misas sin límite de aforos y la procesión, que ya se pudo recuperar el año pasado, se sumaron los pasacalles con el grupo de gaitas Santa Plácida de Rubiáns y las degustaciones del tradicional plato del día con amigos y familiares sin importar el número. Eso sí, nuevamente en los bares, pues en esta edición tampoco se recuperó la carpa donde desde hace algunos años se ofrecía una degustación popular porque la organización ha optado por fomentar el consumo en la hostelería, que también atravesó momentos difíciles con el covid.
Así que ayer se sirvieron en Vilanova de Arousa decenas de kilos de callos a modo de tapa, comida del día e incluso para llevar; una costumbre que algunos adquirieron cuando la pandemia obligó a tener restricciones en los establecimientos. Mesas repletas de vecinos pasando un buen rato con amigos y familiares, combatiendo el frío con el potente plato y recuperando una tradición del buen comer y el buen vivir tras pasar unos años tan duros a causa del coronavirus.