Deportivo de La Coruña punk

Salgo de casa sorprendida. Hace un calor digno de Valencia, para decirlo yo que tengo sangre levantina y no bajo a la playa hasta que sube de los treinta.  La Torre de Hércules está desaparecida por la niebla, igual que Monte Alto. Cosas del cambio climático. Suena la bocina del faro milenario, alegre por la derrota inglesa de ayer y de siempre de la Pérfida Albión. Camino por el Paseo Marítimo obra de Borrell y Don Francisco Vázquez (La La Land man) y escucho acentos españoles y extranjeros. Me alegro. Mi mecanismo ancestral de defensa galego  está desactivado, porque los fodechinchos guapos me sonríen y les sonrío a mi vez. Veo gente con camisetas del Deportivo de La Coruña y gente con camisetas del Oviedo (perdón, Punk del camión, no respeto los topónimos, soy así de neopunk). La bruma tapa hasta la Torre Benita (Torre Bieita) y el depósito de agua para celebrar la vuelta del fúbol. Aquí se dice “fúbol” y hay que respetarlo, señores turistas y los de Madrid, que se suman a los turistas de verdad. Son nuestras costumbres ancestrales y blanquiazules. 


La niebla sigue subiendo en Riazor y los ovetenses la miran con sospecha. En la terraza en la que estoy escribiendo esta columna hay unas chicas que serían rápidamente tildadas de pijas fodechinchas por los punks del pasado que comen pulpo a la brasa (ellas, no los punkis), zamburitas (¿es un topónimo) y arroz caldoso con bogavante sin saber usar el aparato para cascar las patas. “Mejor la niebla que el helor del Carlos Tartier-sin e,”, como Anne de Tejas Verdes, dicen con su candidez cayetana sin saber que Riazor es un crisol de vientos digno de “El paciente inglés” en el que te puedes convertir en un palito de hielo por la aparición sorpresiva del nordeste. Un argentino con una bandera del Ovieu (lo juro) le dice a su novia gallega y pelirroja “MARUXAAAA”, “PARROCHAAAA” cada rato a gritos, la niebla sigue espesando como un consomé navideño y se cierne sobre el Matadero (upsy, Berbiriana, aunque creciésemos haciendo castillos de arena de sangre y vísceras, los Koruños somos así, ancestrales y bibliófilos) y siguen pasando deportivistas y ovetenses, ingleses, franceses, alemanes y demás fodechinchos hipnotizados por la niebla vampírica que convierte a esta ciudad con una arquitectura a veces discutible y una luz de grises y azules mortecinos en una de las más bellas del mundo. Leo en X que necesitamos más rascacielos y afirmo y aseguro que me tatuaría unas Percebeiras a lo Torre de Shanghái (no sé si esto es un topónimo punki pero lo pongo igual) si hicieran en San Roque unos edificios altos dignos de esta ciudad. Las ovetenses cayetanas preguntan si la niebla la pone el Ayuntamiento, yo pienso que sí, cosas de la Administración, me pregunto a mi vez si el Depor va a seguir ganando, si va a perder, si vamos a seguir sufriendo (sí) y también me pregunto si tenía razón hace años cuando le dije a mi padre valenciano que llegaría un día en el que la gente preferiría pasar calor en La Coruña a pasar mucho calor en Valencia (otra vez, lo siento, he profanado los topónimos, tuve un amigo una vez que decía que yo era punk destroller como Sinéad e igual tenía razón) pero creo que por ahora seguimos con ese equilibrio fantástico entre los fodechinchos y los Koruños, ese equilibrio que no disfrutan en otras urbes de la Galiza obreira o la Galicia peregrina o la Galiza iluminada. Gloria Bendita todo, amigos. Se han ido las chicas de Oviedo y la niebla. Pero en el Paseo Marítimo los del Oviedo y los del Deportivo de La Coruña pasean, se saludan y se abrazan. Es lo que tiene el FÚBOL. No es un deporte, es div… seguiría pero la niebla vuelve a abrazar Riazor, más espesa y más romántica. Cosas del Ayuntamiento. 

Deportivo de La Coruña punk

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