nteayer se entregó el premio “Sanxenxo na Historia” a un vecino de Sanxenxo, jubilado desde hace 10 años y que trabajó en el Concello durante 54 años: Don Victoriano Andrés Otero Iglesias. Se puede decir que Victoriano es historia viva de Sanxenxo y quizás el que más conoce su historia tanto por su experiencia vital, su larga trayectoria como trabajador del Concello o por uno de sus hobbies… estudiar la historia de nuestro concello. Fue el artífice de la primera campaña turística de Sanxenxo, de la creación del famoso libro de las fiestas, de recuperar el escudo y la creación de la actual bandera, ha escrito muchísimos artículos, ha dado charlas, etc, etc, etc. Todo esto le hace justo merecedor de este premio y de la también Cebola de Ouro que se le concedió en 2016. Muchos le dicen “lo tienes merecido”, yo también. Esperemos que no sea su último premio y que nos siga deleitando con las historias de Sanxenxo que nadie más conoce como él.
Victoriano agradeció el premio y luego nos contó de dónde le viene esa pasión que tiene por la historia de Sanxenxo que adornó con la anécdota que contaré a continuación. Recordaba Victoriano su primer día de trabajo en el Concello allá por los años 50, tenía tan solo 16 años. Comentaba que lo recordaba como si fuese ayer. Uno de esos primeros días llegó una señora al Concello preguntando por el alcalde pues necesitaba un justificante de que su marido había trabajado en Sanxenxo como médico unos años atrás. Le dijeron que el alcalde no estaba. Entonces la Sra. preguntó por el siguiente al cargo, así hasta que llegó al último, eran solo tres funcionarios de aquella, y llegaron al tercero, el primer oficial, el cual le contó que los archivos estaban en la planta alta junto al reloj cuya caja ya ocupaba la mitad de la sala. Allí llevó a la Sra. y le enseñó los 36 bidones que contenían toda la documentación del Concello. Resulta que pocos años atrás el Concello se había reformado y toda la documentación la metieron en bidones y los taparon porque consideraron que era la mejor forma para que no se dañaran al estar estancos. Esos bidones estuvieron unos años, mientras duraban las obras, en un bajo, próximos a una bodega de vino. Al finalizar las obras se llevaron a la planta alta del Concello y allí se morían de risa. Al ver el panorama, el oficial le dijo a la Sra. que lo que pedía era imposible. A ver quién localizaba dicho documento entre tanto desorden…
La Sra. se fue medio indignada y al salir quedara con unas amigas, casualidades de la vida una era la mujer del alcalde. Les contó la historia y la mujer del alcalde básicamente le dijo… “Tranquila, ya yo le leo la cartilla a mi marido”. Y así fue. El alcalde una vez en el Concello les dijo a los empleados que había que conseguir dicho documento. Resulta que un empleado tenía un ojo de cristal, consecuencias de la guerra y usaba una lupa para ayudarse a leer. El otro era cojo y subir y bajar escaleras al archivo que estaba en la planta alta como que no. Y el último lo habían operado recientemente del pulmón y tampoco estaba para muchos trotes. Así que el alcalde dijo algo así como: “Tenemos aquí a este chico nuevo de 16 años…”. Y así Victoriano comenzó a descubrir a Sanxenxo y su historia, y cómo no, después de un tiempo encontró el documento que la Sra. necesitaba. En sus ratos libres iba abriendo los bidones y juntando expedientes según la temática. Cuando se fue a la mili con 20 años ya había organizado 16 bidones de los 36. A la vuelta de la mili con 22 años, vuelve al Concello y fue a ver qué habían hecho con el archivo. Seguía igual, con 20 bidones llenos de papeleos aún sin ordenar. Como iba para largo, habló con un par de amigos que estaban estudiando y los convenció para que le ayudaran, y así, los sábados y domingos organizaban los papeles y entre los tres acabaron bastante rápido. Ahora surgía el problema de que no había estanterías. Victoriano convenció a un carpintero para que la ayudara a hacer las estanterías. Pero debido a la condensación dentro de los bidones (no había sido tan gran idea) los papeles y libros medio se deshacían. Resulta que el secretario tenía un amigo trabajando en una cárcel de Madrid donde hacían encuadernaciones. Hablaron con él, se enviaron los documentos por Renfe y volvieron encuadernados. De ahí que esos libros tengan documentos de principios del siglo XX pero las encuadernaciones sean mucho más modernas…
El día que dio su charla de este año en las XIII Jornadas de Sanxenxo na Historia contó Victoriano que cuando se retiró hubo una reunión con todos los alcaldes para los que había trabajado y aún vivían, y habían firmado un documento donde se comprometían a nombrarlo “Cronista Oficial do Concello. Por la razón que fuera, al final no se llevó a cabo, y se quedó en agua de borrajas. Anteayer, la concejala de Cultura, Paz Lago, llamó a Victoriano cuando le brindaba unas palabras por su premio y delante de todos dijo que lo emplazaba a una reunión para hablar y llevar a cabo lo que se había firmado años atrás, y aún no se había cumplido. Esperemos que se así sea, ya que nadie mejor que Victoriano Otero conoce la historia de Sanxenxo. El conselleiro de Cultura, Román Rodríguez, también presente, dio la enhorabuena a Victoriano, y comentó que en Galicia conoce a muchos Victorianos y que son necesarios para que funcione la administración, empresas, familias… Galicia entera. ¡Enhorabuena por el premio, Victoriano!