En el último mes, los pediatras estamos asistiendo a un aumento en el número de diagnósticos de faringoamigdalitis estreptocócica y escarlatina. Ambas enfermedades están producidas por una bacteria llamada Streptococo pyogenes o estreptococo del grupo A y en el caso de la escarlatina, la misma bacteria produce una toxina que da lugar a la erupción en la piel característica. Se transmite de persona a persona, a través de las gotitas de saliva que emitimos al hablar y es más frecuente en niños en edad escolar y adolescentes, aunque puede aparecer a cualquier edad, siendo rara por debajo de los 3 años.
La faringoamigdalitis estreptocócica suele cursar con fiebre elevada y dolor de garganta de inicio brusco, a veces también con dolor de cabeza, de barriga o vómitos. Cuando exploramos al niño nos podemos encontrar con la garganta muy roja, exudado en las amígdalas (las llamadas “placas”), ganglios dolorosos y aumentados de tamaño en el cuello, inflamación de la úvula, o petequias (“puntitos rojos”) en el paladar. Si el niño tiene tos, mucosidad nasal, diarrea o aftas lo más probable es que un virus sea la causa.
La escarlatina es un exantema (manchas en la piel) causado por las toxinas que produce el mismo estreptococo. Suele coincidir con una faringoamigdalitis, pero a veces también ocurre sin dolor de garganta o fiebre. Aparecen unas manchas muy características en la piel, generalmente uno o dos días después de la fiebre, en forma de manchitas rojas o granitos muy pequeños sobre todo en el tronco y extremidades, que en ocasiones también pueden picar. Los pediatras decimos que se toca más que verse, ya que es característico que al pasar la mano sobre la piel nos recuerde a un papel de lija, siendo lesiones rasposas al tacto. Suele ser más intenso en zonas donde existen pliegues como las axilas o ingles. Puede durar hasta 7 días y cuando desaparece la piel se descama en muchas ocasiones.
Generalmente con la clínica y la exploración física, los pediatras podemos orientar el diagnóstico de las dos patologías. Pero también existen muchos virus que pueden provocar faringoamigdalitis o exantemas en la piel, por lo que si existen dudas se puede realizar un test rápido de estreptococo (los llamamos “Estreptotest”) en el que se recoge una muestra de la garganta y obtenemos el resultado en 5-10 minutos (dependiente de la marca del test). De esta forma, evitaremos el uso de antibióticos de forma innecesaria.
El tratamiento se basa en la toma de antibiótico durante 10 días. La penicilina es el antibiótico de elección y, como alternativa, amoxicilina. Además, trataremos los síntomas: si existe fiebre o dolor, daremos paracetamol o ibuprofeno, y si tiene picor podría tomar un antihistamínico.
Los padres suelen preguntarnos cuándo pueden volver al colegio y, en este caso, tanto la escarlatina como la faringoamigdalitis estreptocócica, son enfermedades de exclusión escolar para evitar contagiar a sus compañeros, por lo que no deben ir al colegio hasta que completen 24 horas de tratamiento antibiótico y siempre que no tengan fiebre.
Las complicaciones son actualmente muy raras. Las más frecuentes la fiebre reumática y la glomerulonefritis estreptocócica (enfermedad renal). Uno de los objetivos del tratamiento es prevenir estas complicaciones, además de las complicaciones supurativas (absceso -acúmulo de pus- periamigdalino o retrofaríngeo). Otro de los objetivos es intentar reducir la intensidad y duración de los síntomas, pero aunque la respuesta al antibiótico haya sido muy buena (ha dejado de tener fiebre muy pronto) debemos mantener el antibiótico los 10 días indicados, para conseguir eliminar la bacteria por completo y evitar complicaciones.
A finales del año pasado, los medios de comunicación se hicieron eco de una alerta sanitaria en Reino Unido sobre el aumento de las infecciones graves por Streptococcus pyogenes. Esta bacteria es capaz de provocar muchos tipos de infecciones graves y podría afectar a cualquier parte de nuestro cuerpo (pulmón, sangre, meninges, hueso…). Entre ellas destacaba el shock tóxico por estreptococo, un cuadro clínico grave que ocurre generalmente cuando la bacteria está en la sangre y cursa con fiebre alta y mucho decaimiento junto con enrojecimiento de todo el cuerpo. Lo que implica esta alerta es que los profesionales tengamos en cuenta la presencia de algún síntoma que nos “alerte” que existe alguna complicación. Por tanto, vigilaremos lo que seguro os ha dicho en alguna ocasión vuestro pediatra: los signos de alarma ante los que debemos acudir de forma urgente al servicio de urgencias (mal estado general, manchas en la piel que no desaparecen con la presión, fiebre alta que no responde a antitérmicos, dificultad respiratoria, vómitos continuos, dolor de garganta que empeora e imposibilidad para abrir la boca).