La del sábado fue una noche muy fría en el recinto de la Azucarera de Portas. De ahí que los puestos del Mercado de Artesanos ubicado dentro del recinto y que vendían sudaderas lograron dar salida a buena parte de su stock. Sin embargo ni el frío ni la humedad frenaron las ganas de fiesta a aquellos que quisieron darlo todo en la última jornada del festival.
Por la tarde la personalidad de Rodrigo Cuevas o el buen rollo de Lila Downs marcaron el paso. Cuando Juanes, uno de los cabeza de cartel del sábado, se subió al escenario todavía era de día. El colombiano, con décadas de éxitos a sus espaldas, arrancó baile y canto, dado que incluso aquellos que no lo siguen se sorprendieron de que conocían buena parte de sus canciones. La anécdota la marcó al pedir, en medio de la actuación, que apagasen la pantalla gigante ubicada en la zona del Showrocking. "En serio, me está volviendo loco", declaraba. Enlazó temas como "Me enamoras", la mítica "Camisa negra" o el "Adiós le pido" ante un público que iba desde aquellos que todavía no han terminado la ESO a otros que hace años que peinan canas. Le siguieron los Ilegales y más tarde El Drogas, que pese a su edad lució un buen directo y que supo apostar por temas de Barricada para hacer saltar a aquellos que necesitaban sí o sí combatir el frío.
Fue el escenario Rías Baixas el que acogió a uno de los grupos más esperados de la noche. La voz inconfundible del cantante de Arde Bogotá llenó la Azucarera. Llevan desde 2017, pero algunos de sus temas son ya himnos con letras que hablan del ahora, de la vida y de cómo afrontarla. El momento cumbre llegó cuando, por sorpresa, subieron al escenario Aída y Olaia de Tanxugueiras para interpretar "La Salvación" en el que fue el momento álgido de la noche y en el que vibraron miles de gargantas. "Soltad a los perros" fue otro de los momentazos del concierto dejando con ganas de más a los que los siguen desde que empezaron.
El columpio asesino, que recordó el diluvio que cayó en la Azucarera cuando actuaron hace dos años, y Sonido Gallo Negro fueron los encargados de poner el punto final a un Portamérica que parece no tocar techo y que se despide hasta la edición de 2025.