Los teléfonos inteligentes llevan cada vez más a los ciudadanos a caminar mirando hacia abajo, de ahí que determinadas cuestiones se escapen incluso para aquellos que día tras día hacen el mismo recorrido. En uno de los árboles de la Alameda –en la avenida de A Mariña– pende desde hace ya una semanas una casita de madera que unos clientes asiduos a los bares de la zona decidieron colocar para refugio de los pájaros. Y es que pese a ser una ciudad es habitual para los vilagarcianos tomarse un café o una caña con el ruido de las aves de fondo e incluso algunas de ellas se pelean por conseguir alguna de las tapas que acompañan a las consumiciones. “Es una casa que unos clientes colocaron ahí para que los pájaros se refugien. También tiene espacio para darles de comer y de beber”, expone una de las camareras de los locales hosteleros de A Marina. Para aquellos que observan con detenimiento el paso de la gente en una de las zonas de cafés más concurridas del centro urbano la casita es todo un detalle. Aquellos que todavía no se habían fijado en su existencia pueden comprobarlo con solo mirar hacia arriba o tomándose un buen café en una de las terrazas del entorno.