Ni un solo año fallaron los Reyes Magos de Oriente a su desfile por las calles de Vilagarcía para saludar a los niños en la noche más mágica del año. Ni la pandemia robó esta posibilidad a los pequeños –y a los adultos que viven las fiestas navideñas como niños– el año pasado, aunque en aquel momento había que pedir cita previa para contarles directamente a Melchor, Gaspar y Baltasar cuales eran sus peticiones. Las distancias no existían esta tarde en la capital arousana y –como ha ocurrido desde siempre– las calles de la ciudad se abarrotaron desde primera hora de aquellos que querían tener la mejor posición para ver a los Magos. Las obras de peatonalización de Arzobispo Lago obligaron este año a cambiar el recorrido, pero esto no afectó a la vistosidad de una comitiva conformada por casi medio millar de personas. Y es que la de Vilagarcía es una de las cabalgatas más multitudinarias de la comarca y –también– la que más esencia tradicional mantiene. A las siete en punto los Reyes empezaron a desfilar por el centro urbano. Lo hicieron acompañados por sus numerosos pajes y ayudados por los niños que –junto a ellos– lanzaban caramelos desde las carrozas. Nada más y nada menos que dos toneladas para que nadie se quedase sin ellos. Con miradas de ilusión los pequeños saludaban a los Magos, que los observaban desde lo alto de sus engalanadas carrozas. 

El desfile duró horas y terminó –como ha sido habitual desde siempre– en la Praza de Ravella. Allí Melchor, Gaspar y Baltasar hicieron su ofrenda al Niño Jesús, en el portal junto a sus padres María y José. Tras dirigirse a todos los presentes –que eran muchos– los tres Magos se dirigieron al Salón Nobre para –este año sí– escuchar sin distancias a los niños que querían hacerles sus últimas peticiones. Abrazos, besos y mucha ilusión tras dos años difíciles de restricciones, distancias y medidas. Colas de espera que para muchos se hicieron eternas.
 

La gran Cabalgata de los Reyes Magos despide así unas navidades marcadas por el regreso absoluto a la normalidad, con un arranque del encendido muy mágico y con diversas actividades centralizadas –sobre todo– en Fexdega.