El Pazo de San Antoniño do Pousadoiro forma parte del inventario de bienes a conservar del Concello de Vilagarcía. Cuenta con protección de Patrimonio. Nada de eso le ha valido. La crisis también parece haber llegado a los bienes culturales y hoy por hoy el estado de la casa señorial situada en el alto de Cea es deplorable. El edificio principal adolece de daños estructurales que suponen un importante riesgo para su estabilidad y añadidos como el hórreo, con una protección integral, también están en serio peligro de desaparición.
El pazo fue construido en 1766, según aparece recogido en varias informaciones de las que se hace eco en un blog Jesús Rey, descendiente de la familia Lorenzo, propietaria del inmueble a finales del siglo XIX. Posteriormente pasó por varias manos hasta que acabó siendo pasto de la burbuja imobiliaria.
Una empresa se hizo con el edificio con el objetivo de poner en marcha en su interior un hotel. El proyecto no salió adelante y navegando por la red todavía se pueden encontrar anuncios en los que el pazo se vende por 1,1 millones de euros.
Lo que no se explica en estas publicidades es el estado en el que se encuentra uno de los monumentos histórico- artísticos de Vilagarcía de Arousa. El acceso a la nave principal del extenso edificio, situado en el monte de O Pousadoiro, se encuentra totalmente cubierta de maleza, por lo que no solo es imposible acceder sino que apenas se vislumbra nada de esta fachada.
Mejor suerte, aparentemente, tuvo la zona destinada al servicio. La fachada de esta nave se encuentra bien conservada, aunque se pueden ver ventanas rotas. Sin embargo, al acceder al interior el encanto se rompe. Las habitaciones tienen enormes boquetes en suelo y tejado, mientras que las escaleras son prácticamente inaccesibles. Por la cocina y otras estancias se acumulan restos de botellas, aluminio y otros desperdicios que dejan entrever vestigios de actividad “okupa” en un inmueble cuya estructura corre serios riesgos. En otras habitaciones también se acumulan ladrillos y otros materiales de construcción.
En el exterior, llama la atención el deteriorado estado de un hórreo (un elemento que ya de por sí cuenta con protección) que ha perdido la mitad de su cubierta y se encuentra sujeto al suelo con un entramado de palos destinados a evitar nuevos desplomes.
Lo que mejor se conserva es la capilla dedicada a San Antoniño do Pousadoiro, que cuidan los vecinos del lugar. Aunque eso sí, faltan las campanas fundidas en bronce que fueron sustraidas por ladrones a finales de 2010. El robo lo denunció el presidente de la comisión de fiestas de San Pedro de Cea.
La ficha que consta en el catálogo del Concello señala que el pazo es “notable tanto no seu conxunto como polos distintos compoñentes (edificacións, xardíns, cruceiro, hórreo, murallado), constituindo un emblemático enclave solariego tradicional no que mestúrase a arquitectura culta cos fundamentos das construcións populares galegas”. En cuanto al tipo de protección del que constan los distintos elementos, para los jardines, muros y edificio es de grado 7, es decir, elemental, permitiendo una ampliación horizontal del inmueble con “volumes de carácter e altura concordante coa construcción orixinal” y una reforma del exterior siempre y cuando se mantenga el “espíritu” del recinto y las palmeras y grandes árboles. En el caso de la capilla, la protección es estructural mientras que la del hórreo es integral.
Castro Alobre
Otro bien histórico del municipio que se encuentra a la espera de tiempos mejors es el Castro Alobre, donde los apenas noventa metros cuadrados de excavación se encuentran totalmente abandonados. Una situación que convive con una deficiente información y divulgación del importante valor de lo que son los vestigios del asentamiento que dio origen a Vilagarcía. Unas carencias que se extienden incluso a la señalización del lugar. Así un panel situado al lado del parque del Centenario y a escasos metros de una de las entradas principales del castro reza que el yacimiento se encuentra a 3 kilómetros.
El Concello es consciente de los fallos en la señalización del castro y el bipartito conservador que preside Tomás Fole se propone acabar con el abandono del castro, que achaca a la falta de fondos. Por ello ya se puso en contacto con la Diputación de Pontevedra para “confirmar el interés de Vilagarcía para participar en el plan de excavaciones que anunció Louzán en su día”, según señalan fuentes municipales que añaden que por el momento el ente provincial no ha dado respuesta alguna. La intención de Ravella es aprovechar tanto la intervención arqueológica como las obra en el barrio de Vista Alegre para revisar toda la señalización del yacimiento y acometer las mejoras que sean necesarias.