“Recuerdo llevar muebles en motora a clientes de O Barbanza”

Muebles Cancelo cerrará sus puertas en el mes de junio. Atrás quedan cientos de clientes y anécdotas en el recuerdo de Luis Cancelo y Mari Carmen Seoane, al frente de un negocio que nació en el año 1956 en un momento pujante en el sector
“Recuerdo llevar muebles en motora a clientes de O Barbanza”
Mari Carmen Seoane y Luis Cancelo en la mueblería que cerrará sus puertas en junio | MÓNICA FERREIRÓS

A finales del mes de junio Luis Cancelo y Mari Carmen Seoane bajarán por última vez la verja de su negocio en la Praza da Constitución. Un cartel de “Liquidación por jubilación” luce estos días en el escaparate de Muebles Cancelo, la última de las mueblerías “de toda la vida” y de corte familiar que quedaba en Vilagarcía. Atrás quedan 68 años de trabajo que forman parte ya de la historia del comercio local arousano porque este negocio no solo servía a los vilagarcianos, sino a localidades del norte y del sur de la Ría de Arousa. “Me jubilo por edad y por salud, pero yo aquí soy feliz. Me encanta venir y abrir la puerta”, reconoce Luis. Fue su padre –el 21 de marzo del 56– y también llamado Luis Cancelo, el que abrió las puertas del negocio en ese mismo local de la avenida Rosalía de Castro. “Mi padre era ebanista y era el que hacía muebles para otros negocios como La Fe o Saavedra. Decidió emprender porque vio que había mercado”. Luis hijo todavía no había nacido, lo haría tan solo cuatro meses después. “Mi madre siempre me decía que yo también ayudé en el negocio fregando este suelo cuando estaba todavía en su barriga”, recuerda Luis. De hecho apunta a que siempre, desde pequeño, colaboró en el negocio familiar. “Me fui a estudiar y con 25 años cogí las riendas”, apunta. Sería en los años 80, una década en la que también estaba su mujer, Mari Carmen Seoane, en el negocio.


“Yo recuerdo perfectamente como cargábamos los muebles en el muelle de Vilagarcía para llevarlos en barcaza a la zona de O Barbanza, de donde teníamos muchísimos clientes”, apunta Luis. Echa la vista atrás para recordar aquellos tiempos en los que “venían los autobuses de otros puntos de O Salnés o de la zona de Caldas y descargaban a decenas de personas, que venían a hacer sus compras a esta ciudad. Era el pueblo de referencia para eso. Ahora todo ha cambiado”.


Luis Cancelo apunta que “esta es la última mueblería familiar que queda. Antes había varias. Estaba Galerías, Prego, Saavedra, Mesejo y nosotros. Queda la de Moncho, ahí en Rosalía de Castro, pero lleva menos tiempo”, enumera.


“La casa era su palacio”

Luis y Mari Carmen reconocen que las cosas en materia de mueblería han cambiado –y mucho–en los últimos años. “Antes amueblar una casa costaba prácticamente lo mismo que hacerla. Yo he llegado a vender habitaciones de 6.000 euros con los sueldos que había en aquel entonces. La gente concebía sus casas como sus palacios. Hoy en día la mentalidad de la gente joven es otra”, manifiesta. Eso sí, los sofás y los colchones siguen teniendo mucha salida.


Recuerdan que al principio ellos trabajaban prácticamente en exclusiva con madera y que poco a poco se fueron adentrando en otros materiales. “De calidad, que conste”. 


Con cierta nostalgia recuerdan aquella Vilagarcía en la que –fundamentalmente– imperaban los negocios familiares y de conocidos. “Apenas queda nada, solo son franquicias. Por encima internet ha hecho muchísimo daño y las cadenas de muebles como Ikea han sido la estocada definitiva al sector. La gente todavía no se da cuenta del daño que hace todo eso”. Apunta Mari Carmen que “cuando tú compras en el pueblo el dinero queda en el pueblo y es riqueza para aquí”. Están convencidos de que el pequeño comercio, en muy pocos años, está “condenado a desaparecer”. Luis incide en que “un negocio se ve que funciona cuando aguanta tres años. En el primero se pierde, en el segundo se pone uno al día y en el tercero se empieza a arrancar. Nunca falla”.


Muebles Cancelo también tenía otro local en la Avenida da Mariña. Los hijos de Luis y Mari Carmen no seguirán el negocio. “Ellos estudiaron y se buscaron la vida. Nunca quisieron esto, supongo que porque vieron lo que supone estar en un negocio de estas características”, explica la pareja. Luis recuerda a clientes de todos los puntos del entorno de Vilagarcía y las peripecias que no hace tantos años suponía llevar muebles a zonas más rurales. “Recuerdo que había caminos de tierra. Ir a Guillán o a A Torre era una odisea”, expone. Ahora los tiempos han cambiado. Luis muestra con orgullo la primera publicidad que hizo del negocio, ese que ahora deja tras miles de experiencias vividas. 

“Recuerdo llevar muebles en motora a clientes de O Barbanza”

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