Parecía complicado, pero el barrio de O Piñeiriño contará este año con un árbol navideño todavía más pequeño que el que expusieron el año pasado. Nada más y nada menos que una figura que mide diez micrómetros, que solo puede verse a través de un microscopio y que es diez veces menor que el pelo de una persona.
Para conocer el origen de esta curiosa figura hay que viajar a un restaurante de la ciudad holandesa de Maastrich. Fue allí donde un grupo de científicos de distintas nacionalidades que trabajan en el laboratorio MERLN estaban haciendo su comida de Navidad cuando salió a colación el pequeño árbol que - gracias a las manos artesanas de Marián García - hizo popular a O Piñeiriño con solo dos centímetros de alto y tres luces LED.
En ese grupo de científicos estaba el santiagués Adrián Seijas, que emigró fuera de España para labrarse un futuro. "Eso lo podemos mejorar nosotros", comentó Adrián a sus compañeros. Fue así como tanto él como su compañera Elisabetta se pusieron manos a la obra. Diseñaron el árbol en un portátil debidamente decorado y se fueron al laboratorio.
Fue en lo que los científicos llaman "clean room" (sin una mota de polvo) y ataviados con trajes especiales en donde arrancaron la máquina de polimerización por dos fotones, la única capaz de dar vida a este pequeño ingenio. Para comprobar que todo había salido bien no usaron una lupa, sino un microscopio electrónico. El resultado fue el esperado, el de un árbol de Navidad minúsculo, diez veces menor que el diámetro del pelo de una persona.
A partir de ahí Adrián Seijas se puso en contacto con la asociación de vecinos Breogán porque - dicen desde el colectivo- "tenía claro que el árbol más pequeño del mundo tenía que estar en Vilagarcía". A O Piñeiriño el árbol ya ha llegado y es allí, en el centro social, donde puede verse libremente. Al lado, como no, el que hizo en su día Marián y que comparativamente parece el de la Praza de Galicia.