La primera jornada en la que las mascarillas dejaron de ser obligatorias se vivió de forma desigual en Vilagarcía. Ya sea por miedo al contagio o, simplemente, por costumbre, fueron muchos los que decidieron mantener la boca cubierta en el interior de los locales.
Fue una dinámica parecida a la que se vivió el día de la retira da de las mascarillas en exteriores, cuando una gran mayoría decidió mantenerla, al menos durante las primeras jornadas.
En este caso, el cambio también parece que va a ser paulatino. En los bares el cambio se notó menos, ya que ya era recurrente quitarse la mascarilla para tomar la consumición. En los supermercados o tiendas textiles, entre otros establecimientos, fue donde mejor se pudo ver cómo se acogía el cambio normativo entre los vilagarcianos. Y es aquí donde cabe destacar que son muchos los que todavía decidieron mantenerla, quizás a la espera de ver cómo evoluciona la situación. Donde se percibió una mayor liberación de las mascarillas fue en los gimnasios. En cuanto a los trabajadores de atención al público, es decir, camareros, cajeros o dependientes, entre otros, la gran mayoría sigue llevando la mascarilla como medida de prevención. Cabe recordar que, en estos casos, la decisión es empresarial.
Donde se vivió la jornada con cierta incertidumbre fue en los colegios. Y es que los padres de algunos centros recibieron el martes una misiva en la que informaban de que se mantendrían la mascarilla mientras no se recibiesen directrices claras. Sin embargo, con la publicación del BOE queda claro que esta medida de protección ya no será obligatoria en los centros educativos. Son muchas las voces que llevaban tiempo reclamando que se retirase esta medida para los más pequeños. A este respecto, expertos como la logopeda Ana Parada inciden en que la mascarilla afecta de manera “brutal” en el desarrollo del habla y la comprensión de los más pequeños, especialmente en el tramo de 5 a 7 años. “Muchos niños que tienen mocos o vegetaciones o catarros frecuentes, si están taponados y no oyen bien y no te ven la boca algunos fonemas no los van a distinguir y no se enteran”, asegura Parada, que incide en que esta situación también afecta al desarrollo de la lectura y la escritura. En el centro todavía tienen que mantener la mascarilla puesta, al tratarse de un servicio sociosanitario. Por ello, se las tienen que ingeniar mediante la utilización de espejos u otras herramientas. Muchos de los niños que atienden ya no conocen otra realidad que no sea la pandemia y la logopeda señala que el síndrome de la cara vacía está más que presente.
“Habrá que ir acostumbrándose poco a poco”, señala Ana Parada, que entiende que es necesaria la prevención pero también cree que a los niños “les vendrá bien” quitarse la mascarilla.