Poco a poco, la actividad va regresando a los comercios arousanos, aunque la primera jornada de desescalada fue todavía de transición para muchos autónomos. En O Barbanza, por ejemplo, fueron muchas las peluquerías que no abrieron debido a que los lunes son día de descanso de personal, mientras que en Vilagarcía estos centros de belleza trabajan a destajo, algunos con citas ya para los próximos siete días.
Es el caso de Essense, salones de belleza low cost, con citas ya para la próxima semana y escasos huecos en la agenda de estos días. “Estuvimos a tope de llamadas”, explica Carla Moledo, una de las trabajadoras del centro situado en Edelmiro Trillo. Las clientas atendidas durante la primera mañana de desescalada optaron tanto por todo tipo de tratamientos. “Por ahora no vimos ningún desastre en los pelos, la gente prefirió esperar”, explica Moledo. Ningún flequillo hecho en casa y muchas canas, aunque sí se encontraron con un caso de tinte comprado en supermercado que, advierten desde el centro, es contraproducente a la hora del arreglo.
En el caso de las peluquerías dirigidas al sector masculino de la población no fue menor la actividad. De hecho, José Luis Osorio, que regenta desde hace años su negocio en Ramón y Cajal, confiesa que tiene ya citas desde marzo, “desde el primer día que se decretó el cierre”. Ayer, a última hora de la tarde se encontraba todavía en el establecimiento, dando citas. “Tengo ya hasta el lunes próximo y supongo que mañana (por hoy) empezaré a dar para el martes de la próxima semana”. En su caso, la mayor parte de los tratamientos fueron cortes de pelo y algún que otro afeitado, tras días de crecimiento libre de las barbas. Tanto Essense como J.L. Osorio coinciden a la hora de señalar que, a la hora de desinfectar, las peluquerías llevan años de ventaja con respecto a otros negocios.
“Lo único a mayores es esterilizar las herramientas. La ropa que llevas aquí no la puedes llevar a la calle. Enreda un poco más, pero se hace”, explica Osorio. “Lo más chocante es poner las pertenencias de las clientas en una bolsa o no poder ponerles la bata o acompañarlas a la puerta”, explica Moledo. Hábitos que forman parte de la educación de una sociedad que habrá que resetear por un tiempo.
Solo una persona por comercio
El pequeño comercio, sobre el que se asienta la economía vilagarciana, también comienza a abrir sus puertas. En Mobu, uno de esos establecimientos por los que pasaron generaciones enteras de vilagarcianos, tuvieron actividad sobre todo por la mañana. Calzado para andar y mallas fueron los productos más demandados. Su propietario, Álvaro Monteagudo, se queja de los dispares criterios que crean “colas inmensas” a las puertas de los bancos que, asegura, “echan por fuera” pero obligan a los comerciantes a recibir a la clientela de uno en uno.